XacopediaPindo, monte

En plena bahía de Fisterra, apenas a 10 kilómetros de Cee, y por tanto muy cerca de la Prolongación Jacobea de los peregrinos, airosa y dominante, se levanta la mole del conjunto de cumbres del monte Pindo, con su máxima altura, A Moa, que se eleva a 627 metros sobre el mar más bravo y mítico del mundo occidental. Visto desde lo alto del Facho de Fisterra, el Pindo semeja un enorme y amenazador caos de piedra que, al atardecer, puede alcanzar todos los tonos que van del violeta al púrpura gracias a los granitos tipo Traba que conforman el conjunto. Reconocido como uno de los olimpos celtas, el monte Pindo es sin duda la gran montaña sagrada de Galicia. Aquí, afirman los lugareños, está enterrada la reina Lupa.

El patriarca de las letras gallegas, Ramón Otero Pedrayo, escribió sobre él: “El seno determinado por el Fisterra y la punta de Nuestra Señora de los Remedios puede denominarse golfo o bahía de Fisterra, o quizá mejor del Pindo, por la grave y bella testa de este monte simbólico que desde el centro de la curva y en imponente caída sobre la costa, preside y centra sus horizontes. Se le ha llamado uno de los Olimpos Célticos y forma uno de los parajes de mayor emoción de Galicia.”

Para investigadores como Fernando Alonso Romero, el Pindo está extrañamente alineado con otras dos alturas míticas de Galicia: el Facho de Fisterra y O Cebreiro. Frente por frente al promontorio Nerio, en el Pindo, como en el Facho de Fisterra, confluyen, como si fuesen un gigantesco rompeolas, los viejos mitos y leyendas de Galicia, así como los restos de cultos litolátricos que tienen una presencia aguda en estas otrora apartadas comarcas jacobeas de Fisterra. A todo ello se refiere el padre Martín Sarmiento, cuando situaba en el Pindo todo tipo de consejas sobre matrimonios estériles que allí acudían para tener descendencia, al igual que en San Guillerme de Fisterra, o sobre el milagroso crecimiento de las hierbas del Pindo de la noche a la mañana.

No obstante, en estos montes historia y leyenda se dan la mano entre la bruma que suele cubrir sus cumbres graníticas. Así Carré Aldao sitúa tres fortalezas en el conjunto: la de Canedo, la de San Xurxo -a media ladera, en Quilmas- y la que se alzaba en el Penafiel, una de las cumbres más torturadas de este lugar. En los restos de la fortaleza de Penafiel todavía se conserva una borrosa inscripción de advertencia: “Reyes, obispos y presbíteros alejen a todos de este castillo y lugar bajo pena de excomunión”. La curiosa inscripción ha dado lugar a varias interpretaciones, comenzando por la más vaporosa, de rechazo eclesiástico a la pervivencia de cultos litolátricos en aquellos parajes, aunque lo más probable es que fuera la consecuencia de la fulminante excomunión lanzada por el arzobispo Diego Gelmírez contra el conde de Traba, señor del castillo (1130). El historiador José Barreiro Barral sitúa en la cumbre del Penafiel un ara de sacrificios de la tribu celta de los supermáricos. Aunque tal vez se trate de una de las míticas aras sextianas que Plinio había ubicado también en los confines de la Gallaecia. Estas piedras de culto fueron el homenaje que en el año 19 a.C. quiso tributar el general romano Sextius al emperador Augusto, y permanecen hasta el presente envueltas en un halo de misterio. La otra fortaleza del Pindo, San Xurxo, construida por el obispo compostelano Sisnando, fue derribada por los Irmandiños en la revuelta de 1467.

Las rutas de este monte están llenas de sorpresas y arcanos vestigios que, sin duda, deslumbrarán a cualquier caminante o viajero. La subida puede atacarse por varios senderos, siendo el más común ela que sale junto a la iglesia de la aldea de O Pindo. A 270 metros de altitud ya se encuentran los restos del castillo de San Xurxo. Murallas ciclópeas circundan y aíslan la parte superior del monte, con extrañas formas antropomorfas o con apariencia de todo tipo de animales por todas partes, así el llamado Gigante do Chan da Mina. Por la ladera oeste aparece el valle Encantado, con más formaciones, entre ellas el Coloso del valle Encantado, presidiendo un paisaje caótico y solitario. En el canchal del Pedregal, en un campo de abundantes pastos conocido como Campo Boutireiro, un pequeño desvío lleva a la impresionante crestería de Os Agullóns, con una gran figura en forma de centauro que preside las alturas. En la cara sur se encuentra el llamado Coloso del Pindo, otra misteriosa figura antropomorfa. A medida que se acerca la cima, A Moa, aparecen tramos de antiquísima calzada con grandes losas, mientras al sur, surge el gran mar de Carnota. La cima es una inverosímil meseta de losa granítica azotada por todos los vientos con el cabo Fisterra a los pies y un horizonte magnífico a los cuatro puntos cardinales de Galicia. Muy cerca se divisa el monte Penafiel, otra de las cumbres del conjunto del Pindo, con sus aras sextianas y sus extrañas inscripciones. Al Penafiel es recomendable acceder con guía. [JAR]


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