franco
Pueblo germánico establecido desde época romana en el norte de Francia, oeste de Alemania, Bélgica y Holanda. El término, de origen incierto, significa ‘libre’. Secundariamente también se ha interpretado como ‘extranjero’ y ‘viajero’. En ambos sentidos hay que tomarlo en relación con el Camino de Santiago. Los francos que en esta ruta se instalaron sobre todo durante los siglos XI, XII y comienzos del XIII (hay ejemplos anteriores) procedían principalmente de los países citados, y eran hombres y mujeres libres y emprendedores que reforzaban esta condición de independencia con los privilegios que les concedían determinados monarcas cristianos del norte peninsular para su asentamiento. En base a esta condición fomentaron en gran medida la libre circulación de gentes y mercancías a lo largo del Camino y sus zonas de influencia.
El primer franco de la Ruta Jacobea documentado es un tal Bretenaldo cuya presencia y residencia se rastrea en Santiago de Compostela hacia el año 920. Fue posiblemente en origen un peregrino.
Fueron las villas y ciudades del Camino las más favorecidas por los monarcas cristianos con permisos de asentamiento a colonias de francos, las cuales contribuyeron al gran florecimiento de las ciudades medievales de la Ruta. Burgos es un ejemplo: era una gran encrucijada comercial y un gran centro de atención a peregrinos que reforzó y amplió esta condición con la aportación franca.
Los francos recibieron permisos de asentamiento exclusivo en poblaciones -Jaca, Sangüesa, Pamplona, Puente la Reina, Estella, etc.- y en barrios (burgos) y calles de localidades ya existentes como en Logroño, Burgos, Sahagún, León, Astorga, Arzúa, Santiago, etc. Las villas francas del Camino (Montes de Oca, Bierzo) tienen también su origen en estos extranjeros. Su presencia fue más intensa al este de la ruta. Tenían como principal actividad el comercio y la artesanía, lo que les permitió su consolidación social y económica, casi siempre superando a las poblaciones hispanas originales, lo que provocó numerosos recelos mutuos superados con el tiempo. Eran gentes industriosas que ayudaron a salir de su letargo a los reinos cristianos.
Martínez Sopena identifica los principales grupos de francos: aventureros militares, eclesiásticos y buscadores de fortuna formados en oficios diversos de gran utilidad en la España cristiana, por lo que recibían la protección real para ejercerlos. En relación con el Camino consideramos que se podría añadir un cuarto apartado: los que llegan como peregrinos y deciden instalarse en la Ruta. En este sentido, el propio Martínez Sopena recuerda como a mediados del siglo XIII en Puente la Reina se diferenciaban “la rúa mayor poblada de los romeus [los peregrinos extranjeros asentados] y la rúa poblada de la Navarrería [la gente nativa]”.
El término Camino Francés surge relacionado sobre todo con el concepto de itinerario por el que se podía transitar libremente, una ruta franca de peregrinación. Esta vía, además, llegaba a la península procedente de Francia, el principal reino franco y por ella peregrinaban estos con más frecuencia que cualquier otro pueblo, instalándose, como hemos visto, en muchas de sus poblaciones, que surgieron, se fortalecieron o ambas cosas con su aportación.
Pese a las muchas limitaciones en el tránsito que los peregrinos soportaron según el momento y las circunstancias de cada reino y territorio (guerras, portazgos abusivos, ataques, robos, engaños...) no cabe duda de que el Camino Francés fue la vía medieval más franca, tanto en el sentido físico -muchos monarcas se esforzaron por hacerlo transitable y libre de trabas políticas y económicas- como simbólico -la Ruta para la liberación espiritual a través del sacrificio de la peregrinación. [MR]