En euskera, Iruña. Capital de la comunidad foral de Navarra. Cuenta con 186.300 habitantes (446 m) y es la primera gran urbe de la ruta del Camino Francés y final de la segunda etapa que recoge el Códice Calixtino [libro V, capítulo II]: “La segunda es desde Viscarret a Pamplona”. A 708 km de Santiago. En el primer milenio a.C. existía un primer poblado de vascones que da origen al nombre de Iruña, en euskera ‘la ciudad’. El general romano Pompeyo el Grande llegó en el año 74 a.C. y la fundó según el modelo urbanístico romano, dándole su nombre, Pompaelo. Entre los siglos IV y IX, Pamplona cae en manos de visigodos y musulmanes y en el X surge el Reino de Pamplona como homenaje al símbolo político y religioso que representa la ciudad. Durante más de trescientos años el señor de la capital es el obispo y no el rey, debido a una donación de Sancho Garcés II Abarca en gratitud a Dios por la ayuda frente a los musulmanes.
A finales del siglo XI se despliega una intensa actividad repobladora y comienza el auge de esta urbe, ligado a la política aperturista y por ello favorecedora de las peregrinaciones a Santiago. Fruto de esa nueva política surgen los burgos en los que se asientan muchos peregrinos atraídos por las expectativas de lucro y por los privilegios que los reyes concedían a quienes se instalaran en ellos. Así, se crea el burgo de San Nicolás, poblado por navarros libres y foráneos, y el de San Cernin, formado por comerciantes y artesanos francos, que provocan la envidia de la primitiva Navarrería, donde habitaba la población autóctona. Los tres núcleos se enfrentaron entre sí y convirtieron la ciudad en un campo de batalla, lo cual no impidió un notable desarrollo de esta, gracias, en gran medida, a su situación y a su vinculación con el Camino de Santiago. Finalmente, en 1423 el rey Carlos III el Noble unió los tres burgos en una sola entidad y la urbe se transformó en histórico cobijo de peregrinos que aún hoy recorren sus tres zonas bien diferenciadas.
El patrón de Pamplona es San Saturnino, en honor a San Saturnino de Tolosa, también conocido como Serenín, Serni, Cernin o Fermín. Fue un misionero romano que predicó en la Galia, los Pirineos y la Península Ibérica en el siglo I, cristianizando a muchos paganos de la antigua Pompaelo, a los que bautizaba en un pozo, el “pocico de San Cernin”, sobre el que se construyó en el siglo X una iglesia que dio lugar al burgo de San Cernin.
No se debe confundir este santo con San Fermín, a quien se le dedican las populares fiestas pamplonicas -Sanfermines-, ya que este es el hijo de un senador romano cuya familia se convirtió a la fe cristiana gracias a un discípulo de San Saturnino, quien precisamente bautizaría a Fermín en el famoso pozo. Con el tiempo, el joven llegaría a ser primer obispo de su ciudad natal y gran evangelizador. Años después de morir decapitado en Amiens, el obispo Pedro de París (1167-1193), que había conseguido la reliquia de la cabeza del mártir, elevó el rango litúrgico de la fiesta de San Fermín, equiparándola a la de los apóstoles.
Actualmente el Camino de Santiago penetra en la ciudad por el puente de La Magdalena (s. XII), que cruza el río Arga y en uno de cuyos extremos hay un crucero con la imagen de Santiago. Fue donado por la ciudad de Compostela en el Año Santo de 1965. A continuación se rodean los baluartes del siglo XVI hasta el portal de Francia o de Zumalacárregui, que lleva directamente a la Navarrería a través de la calle del Carmen, conocida en los siglos XIV y XV como rúa de los Peregrinos. En lo más alto del Bastión del Redín se halla el Mesón del Caballo Blanco, un antiguo palacio que conserva la cruz del Mentidero (1500) y que funcionó durante muchos años como hospedería de peregrinos. Más adelante, a la izquierda está la catedral de Santa María, que, tras incendiarse en 1390, fue reconstruida en estilo gótico y cuenta con una fachada neoclásica de Ventura Rodríguez. El peregrino alcanza el centro del casco antiguo en la plaza consistorial, donde se encuentra la decorativa fachada del ayuntamiento, del siglo XVIII.
Detrás del consistorio se encuentra la iglesia de Santiago, trasladada desde la zona aneja al castillo a la ahora llamada plaza de Santiago. En su portada hay una imagen del Apóstol que dio pie a la misma denominación de Santiago que tuvo la primera de las universidades pamplonesas tutelada por los dominicos, que actualmente regentan también el templo. En el retablo se recuerda el milagro narrado en el Codex Calixtinus y que tiene por protagonista a un hostelero avaro de Pamplona, que reclamó una gran cantidad de dinero a un peregrino francés cuya mujer enfermó y murió varios días después en su mesón. El viajero no tenía la cantidad, por lo que deja en prenda su asno y continúa a pie con dos hijos de corta edad. Tras rezar a Santiago y pedirle ayuda, se topa a la salida de Pamplona con un anciano que le presta su pollino y que reconocerá al llegar a Santiago como el mismísimo Apóstol. De regreso, se entera de que el mesonero murió en un accidente que la gente atribuye a un castigo divino por su falta de caridad con los peregrinos.
También en pleno centro de la ciudad está la iglesia de Santo Domingo, atendida durante muchos años por una cofradía que daba cobijo en ella a los peregrinos. Es un templo diáfano, austero y amplio, típico de la arquitectura de peregrinación. En su interior destaca un hermoso retablo renacentista dedicado a Santiago, quien también está presente en la hornacina de la portada, ataviado de peregrino con su bordón, sombrero y esclavina de conchas. La fachada repite una decoración de vieiras, icono del Camino, en sus hornacinas y en su puerta.
Se puede ver una imagen pétrea de Santiago en la fachada de la iglesia-fortaleza de San Cernin (s. XIII), situada en el antiguo burgo de San Saturnino, donde se encuentran otros monumentos destacados como la iglesia de San Lorenzo, de cuyo templo medieval apenas queda una torre y la capilla de San Fermín con el busto-relicario del santo, así como el Museo de Navarra -antiguo Hospital General- que alberga la colección más importante de la arqueología y obras de arte de la comunidad, entre las que destaca la arqueta de Leyre, del siglo XI. El edificio sólo conserva la fachada y la capilla plateresca del siglo XVI.
El antiguo monasterio de la Orden Hospitalaria San Juan de la Cadena da hoy nombre a uno de los barrios modernos de buen trazado urbanístico que ve pasar a los peregrinos que salen de la ciudad, dejando atrás la primera de las cinco capitales de provincia que deberán atravesar en su ruta a Santiago. Pamplona representa, por tanto, el primer contacto del peregrino con el mundo urbano, que le ofrece múltiples posibilidades de ocio, así como una completa oferta hostelera y de alojamiento, entre la que se encuentran un albergue juvenil y dos para peregrinos, uno privado y otro municipal gestionado por los Amigos del Camino en Navarra. Pamplona está entre los lugares de partida hacia Santiago escogidos de forma preferente por los peregrinos. De ella salen cada año más de cuatro mil caminantes. [TRI]