Término latino que significa ‘relación o narración de un hecho’. Se utiliza para aludir a acontecimientos antiguos de gran relevancia y significación religiosa sin fundamentos históricos precisos. En el mundo jacobeo los historiadores acostumbran a utilizar la traditio para referirse sobre todo a las narraciones sin base documental contrastada en las que se sustenta, de forma ineludible, la invención [inventio] del sepulcro del apóstol Santiago el Mayor en la futura Compostela.
Estos relatos son principalmente tres: la predicación de Santiago en Hispania, el traslado de sus restos a Galicia y su sepultura olvidada durante siglos. La traditio nace para llenar el vacío histórico existente entre el tiempo en el que Jesús asciende a los Cielos y el momento en el que se descubre la tumba de Santiago (820-830). Por el medio, unos 800 años y sólo un dato documental: la narración bíblica de su martirio en Jerusalén hacia el año 44. Pues bien, La traditio compostelana trataría de dar sentido al breve espacio de tiempo entre la desaparición de Jesús y la muerte de Santiago. Ahí sitúa la predicación del Apóstol en Hispania y su regreso a Jerusalén, donde muere. Queda así justificado el extraño hecho de su enterramiento en Galicia: el Apóstol vuelve para descansar eternamente en el extremo lugar de su evangelización. A continuación el recurso a la traditio sigue siendo necesaria para explicar como se descubre su sepulcro en Galicia. Nace así la traslatio, el relato milagroso del traslado de su cuerpo decapitado desde Jerusalén hasta Iria Flavia y su enterramiento en Compostela. Se completa el núcleo justificativo esencial.
La traditio es aceptada y fomentada por la Iglesia santiaguesa y valorada como una creencia por los fieles que acuden al santuario compostelano. Esa es su fuerza, pese a que la evangelización hispana de Santiago haya sido puesta en entredicho por el papado romano, partidario de encomendar esa tarea al apóstol San Pablo, quien sí expresa en el Nuevo Testamento su deseo de viajar a Hispania. Lo ha explicado de forma muy clara el medievalista Fernando López Alsina: “La fundación de la Iglesia de Santiago no se explica sin la aceptación plena de la tradición de la predicación de Santiago en España. Sin embargo, la explicación complementaria del traslado del cuerpo a Galicia evitó toda referencia a la predicación.” Es la forma que tuvo la Iglesia compostelana de sobrevivir a una traditio -la de la predicación- necesaria para su plena justificación: le dio forma en el ámbito local, porque así lo exigía la lógica más elemental y muchos peregrinos curiosos, pero evitó su exportación, especialmente a Roma, con la que necesitaba mantener unas relaciones estables.
Podría uno preguntarse por qué resultó más fácil sustentar la traditio del enterramiento. La explicación estaría en el hecho evidente del descubrimiento y el nacimiento del santuario, una realidad ineludible, con o sin fundamento histórico, y porque no chocaba frontalmente con los intereses del papado respecto a su propia traditio sobre la evangelización peninsular. Desde la bula del papa León XIII, que en 1884 reconoció al más alto nivel como pertenecientes al Apóstol los restos existentes en la catedral compostelana, el Vaticano acepta las dos traditio esenciales sin contratiempos destacables. [MR]
V. predicación / translatio