Deus Omnipotens.
Bula del papa León XIII (1878-1903) que confirmó la autenticidad de las reliquias del apóstol Santiago el Mayor y sus discípulos Teodoro y Atanasio, invitando a los católicos de todo el mundo a volver a peregrinar a Compostela. Se publicó el 1 de noviembre de 1884. Tuvo su origen en el proceso promovido por la Iglesia compostelana ante el Vaticano en 1879, tras el redescubrimiento de dichas reliquias en la catedral de Santiago. Considerados en paradero desconocido al menos desde la segunda mitad del siglo XVI, los restos se buscaron en el templo, mediante una serie de prospecciones arqueológicas, por orden del arzobispo Miguel Payá y Rico, quien se encargó de las principales gestiones diplomáticas ante el Papado.
La bula Deus Omnipotens -son sus dos palabras iniciales- se considera el documento moderno más trascendental para el actual proceso de esplendor de las peregrinaciones. Es difícil imaginar qué hubiese sido del santuario compostelano sin la localización de los restos del apóstol Santiago en su catedral y la exposición al culto en la actual cripta de la catedral. Abre un abismo todavía mayor pensar que la respuesta del Vaticano pudiese haber sido negativa.
Antes de dar a conocer la bula, el papa adelantó la decisión mediante un decreto de la Sagrada Congregación de Ritos dado a conocer el 25 de julio de 1884 en la iglesia de Santiago de Roma. En él se confirmaba la identidad de los cuerpos del apóstol Santiago el Mayor y los de sus discípulos.
Como decimos, el papa León XIII oficializó definitivamente el proceso con la publicación de esta bula en noviembre. Su contenido llenó de satisfacción a la Iglesia compostelana y de razones al cardenal Payá, que había sufrido incomprensiones por su audaz decisión. El texto no sólo avala el hallazgo de las reliquias, sino que realiza una confirmación general de toda la tradición compostelana mediante lo que José Guerra Campos (1985) califica como una “síntesis histórica jacobea”. Fue otro gran motivo de alegría para la Iglesia de Santiago, que a lo largo de la historia había tenido que soportar frecuentes y duras críticas de distintos sectores eclesiásticos y hasta de la propia Roma, que le achacaba el escaso fundamento histórico de sus tradiciones.
La bula comienza con la descripción del traslado en barco del cuerpo de Santiago a Galicia, tras su martirio en Jerusalén, por sus discípulos Teodoro y Atanasio. En este punto, el Papa acepta, aunque sea de pasada y como simple tradición piadosa, la predicación de Santiago en Hispania. Explica a continuación que el cuerpo recibió culto en su espacio de enterramiento hasta que las difíciles circunstancias históricas llevaron a abandonar el lugar. El olvidado sepulcro fue descubierto en el siglo IX, momento en que se inicia de nuevo su culto y se construyen sucesivos templos y la catedral. Seguidamente, el pontífice se refiere a la reliquia de Santiago existente en la catedral italiana de Pistoia, donada por el arzobispo compostelano Diego Gelmírez en el siglo XII. León XIII confirma también su autenticidad y pasa a explicar cómo desaparecieron y volvieron a aparecer (1879) las reliquias del Apóstol en el subsuelo de la catedral compostelana.
Ocupa un notable espacio el proceso de autentificación y la investigación que se llevó a cabo, tanto en Roma como en Santiago, Madrid y Pistoia. En este punto explica que en un primer momento la Sagrada Congregación de Ritos no aceptó la documentación aportada, por lo que el Papa designó en mayo de 1884 al cardenal Agostino Caprara para que realizase un informe técnico y científico más riguroso y detallado. Los resultados -esta vez sí- convencieron a los miembros de la congregación y al pontífice y se dio un informe positivo. El texto concluye declarando un jubileo compostelano extraordinario para el año 1885 y haciendo un llamamiento a todo el orbe católico para volver a peregrinar a Santiago. Los efectos de esta bula comenzaron a notarse de inmediato, aunque el renacer internacional del santuario fuese un proceso progresivo. [MR]