Antigua población (1460 m) situada en los montes de León a su paso por el Camino Francés en la comunidad castellano-leonesa. A 228 km de Santiago. Apenas 2 km después de la Cruz de Ferro, es la primera localidad que recibe al peregrino en la comarca del Bierzo. Está en un proceso de recuperación de población estable, gracias al recuperado paso de los peregrinos y a la figura de Tomás el Templario, uno de los personajes más populares del Camino, instalado allí en solitario en 1993 para atender a los viajeros jacobeos.
La historia de Manjarín, que tuvo hospital de peregrinos -al menos así se constata en el siglo XVI-, está asociada al Camino de Santiago. Surgió en gran medida para atenderlos en estos duros y difíciles parajes de montaña y desapareció como lugar habitado con la decadencia de dicha ruta, que se confirma tras dejar de ser también lugar de paso para viajeros, al abrirse la carretera del Manzanal. Como sus vecinos de Foncebadón, los antiguos pobladores de Manjarín estaban exentos desde el medievo del pago de tributos a cambio de señalizar el camino, especialmente en invierno, cuando las grandes nevadas lo hacían desaparecer de la vista de los caminantes. A mediados del XIX, en pleno declive del lugar, todavía sobrevivían unas treinta casas, todas con el techo de paja característico de esta zona hasta tiempos recientes. Se despobló por completo a mediados del siglo XX.
A la salida de Manjarín se inicia un prolongado descenso hacia el valle del Bierzo que concluye en Molinaseca y continúa de forma más suave hasta Ponferrada, unos 20 km después.
Tomás el Templario//// Es casi imposible pasar por Manjarín y no detenerse en el singularísimo albergue-refugio de Tomás Martínez, más conocido en el mundo peregrino como Tomás el Templario. Debe este sobrenombre a su interés por los preceptos hospitalarios y asistenciales de la antigua orden templaria. Así lo evidencia la iconografía que aparece por cada rincón de su albergue, apenas un cobertizo cuando en 1993 Tomás, tras sentir la llamada del Camino, tal como relató en múltiples ocasiones, se instaló en él. En aquel momento Manjarín era un inhóspito escenario de casas derruidas y soledad, y le pareció que era el lugar ideal para prestar un mejor servicio a los peregrinos. Hoy es uno de los grandes mitos de Camino -su refugio es conocido en medio mundo- y en Manjarín ya no está solo en su tarea, porque el paso de peregrinos es constante.
Pese a esta afluencia procura mantener el viejo sentido de la hospitalidad. Su refugio, que ha venido funcionando a base de donativos, es de los pocos del Camino que todavía pueden denominarse así, ya que ha estado desde sus inicios sin agua corriente ni duchas ni aseos. Sin embargo, el lugar es de los que ha dejado huella en miles de caminantes. Las singulares ceremonias de Tomás, vestido al uso templario para la ocasión, son una imagen recurrente del Camino. En 2009 le contaba a José Antonio de la Riera, otro de los dinamizadores contemporáneos de la ruta, que pretendía seguir en Manjarín hasta el final: “El Camino es sobre todas las cosas espiritual y yo estaré encendiendo la lumbre para los peregrinos del espíritu, porque siempre los habrá, lo sé de cierto”. [MR]