Bula del papa Urbano II de diciembre de 1095 en la declaraba a Santiago de Compostela sede única de la diócesis que compartía desde sus orígenes con la cercana localidad de Iria Flavia (Padrón). Desde ese momento el obispado pasó a conocerse únicamente con el nombre de Santiago. Fue el primer gran reconocimiento del Papado a una diócesis que se autoproclamaba sede apostólica. A pesar de su significación peninsular y de la llegada ya muy notable de peregrinos de media Europa, Compostela aún no había logrado este reconocimiento esencial para su prestigio. Antes al contrario, había mantenido en años precedentes duros enfrentamientos con Roma. Ahora esta bula, fruto de los buenos oficios del obispo Dalmacio, establecía la definitiva desaparición de la sede de Iria y su integración en la compostelana.
La Veterum Synodalium también admitía el hecho del sepulcro de Santiago. Para alcanzar este logro, desde Compostela se evita cualquier referencia la predicación de Santiago en Hispania, que seguía sin ser aceptada por Roma, que la atribuía a San Pablo y a los siete varones apostólicos. [MR]