Reina de Castilla y León (ca. 1080-1126). Reinó entre 1109 y 1126. Hija del rey Alfonso VI de Castilla, monarca de gran relevancia jacobea, y sobrina del gran abad Hugo de Cluny, fue desde muy joven un instrumento de la política proeuropea de su padre, quien la unió en matrimonio con un miembro de la casa ducal borgoñona, Raimundo, conde de Amours. Este vínculo favoreció que Alfonso VI nombrase a la nueva pareja, padres en 1105 del futuro rey Alfonso VII, condes de Galicia. En 1107 fallece don Raimundo -es enterrado en la catedral de Santiago- y dos años más tarde Alfonso VI, sin dejar hijo varón. Esto supone que Urraca sea coronada reina de Castilla y León y que contraiga nuevas nupcias con el rey Alfonso I de Aragón y Navarra, conformando así una potencia cristiana en la Península Ibérica entregada al proyecto de la Reconquista.
Los dos monarcas -Urraca y Alfonso- tenían, en teoría, capacidad para gobernar en ambos territorios. Sin embargo, el celo de Alfonso por controlar sus reinos y los problemas específicos de Galicia en el contexto castellano-leonés del momento distanciaron al matrimonio, cuya unión fue anulada por el papa por tratarse de parientes en grado muy cercano. En Galicia se formaron dos bandos antagónicos, uno liderado por el conde de Traba, Pedro Froilaz, ayo del futuro Alfonso VII, temeroso de perder sus derechos al trono ante un posible hijo de los dos monarcas; el otro agavillado en torno a la reina y conformado por el resto de la nobleza gallega, en su mayoría contraria a Froilaz, y del que formó parte Diego Gelmírez, obispo de Santiago, aunque al principio era contrario a Urraca.
Como respuesta a este entendimiento entre Gelmírez y la soberana, esta dona en 1112 al señorío compostelano un gran número de heredades comprendidas entre el Tambre y el Ulla. Crecía así el poder señorial de Gelmírez. En 1116 la reina dio nuevas muestras de afecto al arzobispo y legado papal, regalándole la cabeza de Santiago Alfeo, sustraída de Jerusalén por el obispo de Coimbra Mauricio Burdino, quien la guardó en el monasterio palentino de San Zoilo de Carrión de los Condes. La reina la trasladó a San Isidoro de León y allí, junto con otras reliquias, se la entregó al prelado compostelano, quien hizo una entrada triunfal en Santiago con tan preciado tesoro. En un primer momento la presentó como la cabeza del propio Santiago el Mayor, para reforzar así su prestigio ante los compostelanos.
Pese a gestos como este, los burgueses compostelanos, contrarios a la alianza del trono y el altar, se levantaron en 1117 contra la presión feudal de la Mitra, provocando el incendio de la catedral, la huida del obispo, varias muertes y una herida a la propia reina, que fue golpeada por una piedra en el rostro, ocasionando su caída del caballo, y pisoteada en el lodo. Maltrecha y vencida, huyó de la ciudad sin perdonar tamaña humillación.
En la primavera de 1120 regresó a Galicia, con el propósito de apaciguar a varios nobles levantiscos; en Compostela corrió el rumor de que la reina planeaba la muerte de Gelmírez, que en aquel momento ya era arzobispo, logrando atajarlo con nuevas muestras de amistad, y obligando a los nobles a rendirle homenaje al prelado. Finalmente, y a pesar de otros desencuentros entre reina y mitrado, el deseo regio de alianza con el arzobispo quedó en 1123, cuando doña Urraca jure solemnemente su fidelidad a Gelmírez, asegurando la defensa de su vida, de sus iglesias y del señorío compostelano. En abril de 1125 el rey Alfonso y su madre, ya reconciliados, envían una carta al arzobispo de Santiago reforzando estos lazos de concordia, aunque recordándole al prelado que no debía dañar los privilegios y dignidad de la Mitra toledana, sede primada del reino. Poco después Gelmírez compró a la soberana el castillo de Cira, en la confluencia del Ulla con el Deza, para reforzar la defensa del señorío de Santiago
En las disputas con su marido, Urraca, intentando cortarle el paso, ordenó destruir el puente de Portomarín (1112), el principal paso fluvial del Camino Francés en Galicia, y en 1120 le encargó su reconstrucción a Pedro el Peregrino; asimismo, mandó levantar un hospital. La monarca falleció en el año 1126 y está enterrada en el Panteón Real de San Isidoro de León. [FS]