Apodado el Valiente. Rey de León y Castilla (? 1040-Toledo 1109). Reinó desde 1065 hasta su muerte. Se enfrentó con sus hermanos Sancho, rey de León, y García, monarca de Galicia, hasta conseguir la unificación del reino castellano-leonés, que su padre Fernando I había repartido entre los tres. Lo logró en el año 1072, haciéndose llamar imperator hispaniae y proclamándose, en un afán integrador, emperador de las dos religiones -cristiana e islámica-.
Pero si su trascendencia en la historia de España es evidente, no lo es menos en el ámbito jacobeo. Junto con su abuelo Sancho el Mayor -en la primera mitad del siglo XI- y Sancho Ramírez -en la segunda- ambos reyes de Navarra y Aragón, forma el trío de monarcas clave para la internacionalización de la causa de Santiago.
El gobierno de Alfonso VI coincidió con un período de avance económico y cultural que benefició el desarrollo del Camino de Santiago. Al mismo tiempo, esta vía se convirtió en privilegiada puerta de entrada de las nuevas corrientes artísticas francesas en la Península. Es en este tiempo cuando la Ruta comienza a destacar como la gran arteria europea de relación e intercambio que llegaría a ser en los siglos XII y XIII. En este proceso fue muy significativa la definitiva conquista de La Rioja por este monarca, lo que despejó el paso del Camino por el nordeste peninsular.
Las relaciones ultrapirenaicas que fomentó con la Orden monástica de Cluny, gran benefactora del Camino jacobeo, y con poderosas familias francesas, se reforzaron con el matrimonio de su hija Urraca con Raimundo de Borgoña, hermano del futuro papa Calixto II (1119-1124), el primero y más relevante pontífice projacobeo. La designación de Urraca y Raimundo como condes de Galicia iba a beneficiar también, aunque fuera de manera indirecta, la causa de Santiago, ya que esta relación la aprovecharía el arzobispo compostelano Diego Gelmírez para acercarse al papa Calixto y lograr una serie de importantes prerrogativas para su Iglesia.
Varias de las iniciativas políticas de Alfonso VI se vincularon a la causa jacobea y a su camino de referencia. Impulsó la dotación de servicios, promoviendo varios hospitales de peregrinos en tierras leonesas, burgalesas y gallegas, entre ellos el emblemático de O Cebreiro (1072), que hasta entonces funcionaba como simple refugio. Activó además la mejora de la seguridad y monumentalidad de la ruta y de su trazado, promoviendo, entre otras acciones, nuevos puentes.
En línea con lo anterior, las crónicas recuerdan a este rey como promotor de la reparación de “todos los puentes desde Logroño a Compostela”. Contó con la colaboración del legendario Santo Domingo de la Calzada. Impulsó asimismo el desarrollo de villas claves de la Ruta, como Santo Domingo de la Calzada, Sahagún y Villafranca del Bierzo. Mediante estas iniciativas -y las de su contemporáneo Sancho Ramírez de Navarra, ya citado- el itinerario francés en España quedó fijado y dotado de forma secular, favoreciendo la llegada de más peregrinos europeos, en un proceso que iba a culminar en el siglo siguiente.
Alfonso VI impulsa en 1075, junto con el obispo Diego Peláez, las obras de construcción de la actual catedral compostelana, el proyecto con el que el románico se confirma definitivamente como el primer gran arte de la Ruta Jacobea, en un constante ir y venir de artistas y operarios del más variado origen. Para reafirmar esta decisión, que apoyó con los cuantiosos recursos obtenidos en sus campañas contra los musulmanes, Alfonso VI peregrina en el año 1075 a Santiago.
La construcción de la basílica compostelana -un reto de enormes proporciones- fue una decisión trascendental, que iba a marcar el futuro de la meta compostelana, dándole una nueva dimensión y prestigio: se proyecta -y se logrará finalmente- crear el más relevante e influyente templo románico de la historia, entendido al margen de las ampliaciones y reformas posteriores que irán variando su fisonomía.
Paralelamente, Alfonso VI buscó el desarrollo del santuario de Oviedo. Lo hizo con medidas a favor de la catedral ovetense y de su famosa Arca Santa de las reliquias, quizá como respuesta a la actitud de esta urbe en defensa de su antiguo prestigio como centro de peregrinación, que parecía superado por Santiago. Sustituyó, además, la liturgia tradicional mozárabe o toledana por la romana, en un gesto de reafirmación del liderazgo cristiano de su reino frente al resto de la Península. [MR]