XacopediaFacho, monte

Es el punto más alto del cabo Fisterra (241 m), el promontorio Nerio de los escritores clásicos. A 87 km de Santiago, en la Prolongación Jacobea a Fisterra-Muxía. En él se encendía antiguamente la lumbre para avisar a los navegantes de las peligrosas rompientes de lo que hoy se ha dado en llamar Costa da Morte. Muy cerca se hallan las llamadas Pedras Santas (238 m) y la ermita de San Guillerme (221 m), que en su día fueron lugares de intenso culto. Del antiguo Facho sólo quedan las ruinas de la garita de los centinelas que guardaban permanentemente el gran fuego [facho en gallego] que no solamente servía de guía a los navíos, sino también de alarma y aviso ante las frecuentes incursiones piratas -una de ellas acabó con la ermita de San Guillerme y el robo de sus reliquias.

El monte Facho guarda en sus piedras un extraordinario conjunto de leyendas y tradiciones: la de la vieja bruja Orcavella, las piedras con recuerdos de la presencia de Dios o de los apóstoles, la leyenda del caballo de oro enterrado en aquellas soledades, el ara solis o las propias aras sextianas, el culto a la fertilidad en San Guillerme... todo ello envuelto en un impresionante paisaje granítico con el océano infinito rugiendo en los acantilados. La vista es tremendamente impactante, con la mole lejana y púrpura del monte Pindo presidiendo en lontananza todo lo que se ha dado en llamar golfo de Fisterra. Una pista que recorre el monte acerca al viajero hasta el arenal de Mar de Fóra, con lugares tan evocadores como la Furna do Encanto y la presencia imponente del cabo de A Nave cerrando la playa por el norte.

Rompeolas también de peregrinos, el monte Facho y todas sus piedras sagradas no han dejado de llamarles la atención en toda época, con relatos que reflejan el sobrecogimiento y el respeto que inspiraba aquel extremo de la tierra conocida. Así, Sebastián Ilsung, peregrino de Ausburgo (1446):

“Allí [Fisterra] hay una gran montaña y el gran y embravecido mar bate contra ella por todos los lados por donde se sube. Tiene una buena media milla de altura. Allí en la dura roca se conserva la huella de un pie de Nuestro Señor y una fuente que él colocó allí. Y la roca se ha echado a un lado formando como un sillón y también hay un sillón para Nuestra Señora, para San Juan, para Santiago y para San Pedro. Y a partir de la montaña hacia abajo hay una distancia de dos días de camino en la que el mar es tan alto y tan impetuoso que quienquiera sea arrastrado hacia allí por el viento no regresa jamás y encuentra su fin tanto en el agua como en tierra firme.”

El aventurero polaco Erich Lassota de Steblovo (1580) sube también a la ermita de San Guillerme y se acerca a las pedras santas, otras piedras más con la virtud de poder ser abaladas [movidas], como en Muxía: “Estas piedras debieron servir de acomodo para la Virgen María; estas que no podrían ser arrastradas por varias yuntas de bueyes, se pueden mover fácilmente con un dedo, y esto lo hice yo mismo.”

Hoy en día el remoto promontorio Nerio, el antiguo facho de Fisterra, sigue conservando su encanto ancestral, aunque los peregrinos raramente suben hasta allí. La construcción del faro en 1853 y su acceso por carretera ha motivado que estos visiten casi exclusivamente el faro, obviando los espacios sagrados del Facho y el monte San Guillerme. [JAR]

V. Fisterra / Fisterra, cabo / San Guillerme, ermita de / Santa María das Areas, iglesia de


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