Situada muy cerca de la Prolongación Jacobea a Fisterra, la iglesia de Santiago de Ameixenda, en el municipio coruñés de Cee, guarda en un pequeño relicario de plata un fragmento óseo que las leyendas y tradiciones locales atribuyen a una parte del cuerpo de Santiago Apóstol, enterrado en Compostela. Se trata de un hueso del dedo de una mano. Es algo ciertamente singular ya que las reliquias del Apóstol -salvo casos puntuales como Pistoia-, han sido siempre celosamente guardadas en Compostela con afán de exclusividad.
Una evocadora y bellísima leyenda local, muestra evidente de la devoción apostólica en esas tierras del fin del mundo, habla de la presencia del Apóstol predicando a los moros en Fisterra. Afortunadamente, una anciana de la localidad, Xoaquina Outes, narró la leyenda en un librito fechado en 1998. Muy resumidamente, la anciana cuenta que, una vez dispersados los apóstoles por el mundo adelante, Santiago salió hacia España para convertir a los paganos, pero estos le avisaron, antes de su llegada, que no osara acercarse hasta la península ya que no querían saber nada de la cruz de Cristo. Pero, no obstante, Santiago entra en Hispania y hace frente.
La batalla tiene lugar en Ameixenda. Los moros salen en barca desde Fisterra y desembarcan en O Caniso, junto a Ameixenda. A su vez el Apóstol avanza con su espada entre la maleza para acercarse a ellos, abriendo un paso que se conoce como Portela do Caniso. La Inmaculada se le aparece sobre un olivo para darle fuerzas en la lucha. Tras la batalla Santiago toma el hábito de peregrino y comienza su predicación entre los gentiles.
Sigue la leyenda hablando de la estancia de Santiago en Zaragoza y en Muxía, donde recibe los ánimos de la Virgen María.
Además de la reliquia, la iglesia parroquial de Ameixenda conserva varias imágenes de iconografía jacobea. Destacan un Santiago matamoros y un Santiago sedente, en piedra, presidiendo el altar mayor, en imitación evidente del Santiago pétreo del camarín del altar mayor de la catedral compostelana. [JAR]