En occitano, Montpelhièr. Población de 251.700 habitantes (27 m) en la Vía Tolosana, en Francia. A 1.539 km de Santiago de Compostela. Principal centro urbano entre Arles y Toulouse, formó parte del Reino de Aragón desde 1204, y fue vendido a mediados del siglo XIV al rey de Francia. Como bastión de los hugonotes perdió la mayoría de sus iglesias medievales -hasta 39-, por lo que pocas son las reminiscencias de aquella época. Los peregrinos acceden al casco antiguo, con su suelo recientemente señalizado con conchas de bronce, por la calle Pila Saint-Géli, que es donde San Roque descansó, según la leyenda, al regresar a su ciudad procedente de Italia en 1322. El santo había peregrinado a Roma, donde contrae la peste y donde fue alimentado por un fiel can. Al volver a su patria, en un aparente contagio hagiográfico con la vida de San Alejo, no fue reconocido y habitó como mendigo bajo una escalera. Los cinco últimos años de su existencia los pasó en la cárcel y fue enterrado en el convento dominico. Sin embargo, parece más probable que falleciera en Italia y que repose en el convento que lleva su título en Venecia, o acaso en los trinitarios de Arles, que también reclaman la posesión.
Sea como fuere, con el añadido apócrifo de una peregrinación a Compostela, San Roque alcanzó una gran popularidad en toda Europa, hasta el punto de convertirse en abogado ante pestes y epidemias. Hasta hace poco eran reconocibles los votos que se le ofrecían, muchos de ellos en forma de columnas. Montpellier ha erigido la iglesia de Saint-Roch, de 1854, para que los compañeros de camino puedan rendirle tributo y pedirle una feliz travesía.
Camino adelante, al norte de la plaza de La Comédie, en la rue de la Loge, se localiza la cripta románica de Nôtre-Dame-des-Tables. La catedral de Saint-Pierre obtuvo el título por ser trasladado el de Maguelone en el siglo XVI. Dañada en las guerras con los hugonotes, pudo mantener el porche del siglo XIV y una mínima porción del claustro. Junto a ella, la torre de Les Pins es la única que subsiste de la muralla medieval, que llegó a completar un perímetro de casi cuatro quilómetros. El Camino sale de la ciudad por la Promenade du Peyrou y al pie del acueducto de St-Clément, construido en el siglo XVIII. Ya en un barrio, el de Celleneuve, permanece la única iglesia románica, bien modesta, del itinerario jacobeo por Montpellier: la de Sainte-Croix. De entre los hospitales de peregrinos existentes en la ciudad cabe citar los gestionados por la orden hospitalaria de Saint-Esprit, que aquí tenía su casa madre y creó alguno más en las rutas de peregrinación, por ejemplo, los de Orthez o Lectoure o el sostenido por los caballeros teutones (s. XIV). [AP]