Religioso francés (s. XIV). Se considera un santo peregrino por excelencia, aunque nada tiene que ver este personaje de origen y existencia incierta supuestamente nativo de Montpellier, Francia, con la tradición jacobea. Conocido por su posible peregrinación a Roma, se ha llegado a comentar en alguna ocasión la posibilidad de que estuviese también en Compostela, pero no pasa de ser una pura especulación. En todo caso se le ha relacionado desde antiguo con los peregrinos que realizaban el Camino para recuperar su salud.
Por estas vinculaciones merece ser observada su representación, sin duda la más próxima a Santiago el Mayor, ataviado como peregrino. Según la tradición y las leyendas sobre las que se fundamenta su vida, San Roque dejaría su cómoda existencia en Montpellier para peregrinar, como un pordiosero, a Roma, ayudando con curaciones milagrosas a los enfermos que encontraba en su camino, tanto a la ida como a la vuelta, pasando múltiples calamidades, hasta el punto de ser alimentado por un perro tras enfermar de la peste.
Estos argumentos llevaron a que su iconografía sea fácilmente reconocible por su atuendo de peregrino, casi idéntico al jacobeo -capa con esclavina, bordón, zurrón, sombrero, conchas de vieira, etc.-. Sin embargo, es fácil diferenciarlo de Santiago peregrino con unas observaciones básicas, ya que el santo franco-italiano se singulariza, sobre todo, por la herida ulcerosa que habitualmente se sitúa en su muslo y por el perro que casi siempre lo acompaña.
A veces también se representa con unas llaves cruzadas que simbolizan su viaje a Roma, de cuya peregrinación es todo un símbolo. San Roque cuenta con una gran devoción en España, sobre todo desde el siglo XVI, como abogado contra las epidemias de peste. En Santiago de Compostela contó con un hospital desde el siglo XV en el que, bajo su advocación, se atendían peregrinos enfermos. Aún se conserva la iglesia (s. XVI), con sendas imágenes de San Roque y Santiago, en el barrio que lleva su nombre. [MR]