En español, puerta del Camino. También conocida como Porta Francíxena o de San Pedro. Era la puerta principal por la que penetraban a Santiago de Compostela los peregrinos que acce-dían por el Camino Francés. El lugar donde se localizaba esta entrada, que actualmente se denomina igualmente Porta do Camiño, se sitúa en la intersección de la rúa de San Pedro con las de As Rodas y A Ensinanza, vías que forman un eje alrededor de la antigua muralla de la ciudad. Desde aquí se puede contemplar el convento de San Domingos de Bonaval, sede del Museo do Pobo Galego desde 1963.
El cuadro urbano de Santiago de Compostela es el de una ciudad con recinto amurallado, donde las relaciones jacobeas con el territorio quedarían perfiladas ya desde 1150 y confirmadas en el siglo XIII con el desarrollo de arrabales, itinerarios y fundaciones conventuales inmediatas.
La puerta por la que se introducían intramuros de la ciudad de Santiago de Compostela los peregrinos procedentes del Camino Francés y los que se incorporaban a él desde el Camino Primitivo, el Norte, el de Sant Jaume, el del Ebro, el de Madrid, etc, era solo una de las existentes. Aymeric Picaud, en el capítulo IX del Libro V del Códice Calixtino (s. XII), habla de que “siete son las entradas y puertas de la ciudad. La primera entrada se llama Puerta Francesa”.
El nombre de puerta Francesa se debió a que por ella entraban a la zona amurallada de la ciudad los peregrinos procedentes del Camino Francés. Como esta ruta es la que más peregrinos acoge pasó a llamarse ‘del Camino’, aunque los peregrinos procedentes del Camino Portugués y la Ruta do Mar de Arousa entraban por la puerta Faxeira, los del Inglés por la denominada puerta de la Rúa da Pena y los del Sudeste por la de Mazarelos, todas ellas citadas también entre las siete que se señalan en el Códice Calixtino.
Por la puerta del Camino pasaban también reyes y príncipes, cuando llegaban a Santiago, y en ella se celebraba parte de la ceremonia de la toma de posesión, como señor de la ciudad, de cada nuevo arzobispo.
El prelado desfilaba extramuros de la ciudad acompañado por representantes de los distintos gremios, de las autoridades municipales y miembros del Cabildo, con el deán al frente y el chantre. Junto a él iban también en procesión familiares y amigos y el mariscal. El capellán mayor esperaba al séquito del arzobispo en la puerta más importante de la ciudad con una bandeja en la que se depositaban las simbólicas llaves de Compostela, como muestra de bienvenida a su nueva casa y de reconocimiento al legítimo señor de la ciudad. En este acto se presentaba el escudo de armas escogido por el arzobispo, que había de ser grabado en las obras más importantes que luego realizase en la ciudad.
Aunque hoy no quedan restos de la forma de la puerta, la documentación indica que tenía estructura de doble arco y una torre cuadrangular a cada uno de sus lados. Próximo a ella, se encontraría uno de los dos edificios donde se pesaban las mercancías que entraban en la ciudad. Fue demolida entre 1800 y 1835.
En la actualidad, los peregrinos procedentes del Camino Francés, después de cruzar el lugar donde estuvo la simbólica puerta, llegan a Casas Reais, donde se erigen la iglesia de A Nosa Señora do Camiño y la capilla de Ánimas, ya muy cerca de la catedral, a la que se accede por la plaza de Cervantes y desde allí por la puerta del Paraíso.
La muralla medieval de Compostela fue levantada por orden del obispo Cresconio, entre los años 1037 y 1068. De ella se conservan hoy, además de su trazado, muchas evidencias, como el espacio de las antiguas puertas y de los postigos principales, tramos de la ronda interior, toponimia, etc. Las entradas de la muralla canalizaban el tráfico de personas y mercancías y desde ellas los vecinos accedían a los arrabales de la ciudad en los que se localizaban los diferentes negocios. Así, en el exterior de la puerta del Camino empezaron a situarse tiendas y albergues para peregrinos.
Al igual que en los últimos diez siglos, la línea de la cerca continúa perfilando una clara frontera: hacia el interior, mantiene cerrada la ciudad más antigua, noble y monumental; hacia el exterior, el terreno vacío del antiguo foso fue sustituido por un cinturón de carreteras, calles y caminos que ro-dean la ciudad intramuros casi por completo. Más allá de este cinturón, se mantiene perfectamente la red de caminos que, desde las siete puertas de la ciudad, comunicaban Compos-tela con el resto de la península. Apoyados en estas antiguas vías de entrada y salida, se levantan los barrios históricos extramuros. En Porta do Camiño se colocó en 1987 la primera señal identificativa del Camino de Santiago, como primer Itinerario Cultural Europeo, en recuerdo de su trascendental misión jacobea. [JS]