Arzobispo de Santiago (Córdoba 1534-Santiago de Compos-tela 1602). Fue magistral de la catedral de Badajoz y en 1579 recibe la consagración episcopal como obispo de Ourense. Hacia el mes de abril de 1587 el rey Felipe II le comunica su decisión de presentarle para la sede arzobispal de Santiago, cargo que ocuparía hasta su muerte.
Tras el desastre de la Armada Invencible (1588), una flota inglesa al mando del famoso corsario Sir Francis Drake atacó el puerto de A Coruña con el propósito de montar una cabeza de puente para, desde ella, destruir Santiago, principal emporio de la superstición papal, se decía. Cuando llegó la noticia del ataque inglés, tanto el Arzobispado como el Cabildo se prepararon para salvar las reliquias y tesoros de la catedral. La destrucción de más de veinte iglesias en los alrededores de A Coruña eran la muestra patente de los propósitos notablemente agresivos contra los símbolos católicos de los invasores. El archivo catedralicio fue trasladado a la torre de Camba y las reliquias, a Ourense. El padre Bugarín afirmaba: “Como era sabido y notorio en toda Galicia, que habiendo intentado Don Juan de Sanclemente sacar de su sitio las Reliquias del Apóstol, desistió de pronto de su propósito al ver el inusitado resplandor que salía de aquel lugar y prorrumpió en las siguientes memorables palabras: dejemos al Santo Apóstol, que él defenderá y nos defenderá.” Sin duda, fue una manera críptica, utilizada por don Juan, de transmitir tranquilidad al pueblo y comunicar que las reliquias y sus discípulos estaban a buen recaudo, sostiene J. J. Cebrián Franco. El hallazgo, 300 años después, de un escondrijo en el ábside con los restos apostólicos muestra como este hecho había forjado leyendas populares.
La amenaza de ataques ingleses volvió a obligar al arzobispo a asumir la condición de señor de Santiago. Hizo acopio de armas, municiones y demás provisiones para la defensa. El hambre y la peste provocaron la muerte de 6.000 personas en el entorno. El ambiente suscitado por esta grave situación explica una carta escrita por el Cabildo, en la que acusa al arzobispo de no repercutir en Santiago las rentas de la mitra y de nombrar para los cargos dependientes del señorío a personas foráneas y que ignoraban la lengua gallega.
En el Pontificado de Don Juan de Sanclemente resurge un problema de protocolo al nombrar a sus colaboradores entre personas de su confianza, sin preocuparse de si eran o no canónigos. La cuestión llegó a Roma y se hizo diferenciar la jerarquía diocesana de la capitular.
Además, procedió este prelado a renovar el rito del botafumeiro mediante la adecuación del templo, para lo que hubo de embellecer el cimborrio, abrir ventanas y sustituir grandes vigas de madera que sujetaban la polea del incensario. El artefacto de hierro fue ideado por Juan Bautista Celma y realizado en las herrerías de Bilbao y sigue siendo, con distintas mejoras, el que hoy contemplamos. Sanclemente defendió la continuidad de este rito frente a los que querían suprimirlo, señala Cebrián Franco.
Impulsó también la creación de un inventario de bienes, propiedades y rentas pertenecientes a la Dignidad Arzobispal. En 1597 compró dos casas para edificar un colegio que todavía en la actualidad se le llama Las Huérfanas (As Orfas, en gallego), destinado en aquel entonces a la educación de las jóvenes sin recursos.
En 1601, tras algunas críticas por la inscripción pagana del ara considerada el primer altar de Santiago, ordena raspar las inscripciones romanas. En su tiempo, según expone Díaz y Díaz, fue cuando pudo haber sido retirado del Códice Calixtino el libro IV, la Historia de Turpín, por considerarlo inapropiado a los tiempos que corrían, al sostener que el sepulcro de Santiago lo había liberado el emperador franco Carlomagno, y no los monarcas españoles. Otras fuentes apuntan a que esto se produjo en 1619 y que ya no era obispo Juan de Sanclemente. Al final de su mandato también se tomó el acuerdo para retirar el excepcional coro pétreo románico de la catedral para sustituirlo por otro de madera, que fue retirado en los pasados años cuarenta. [IM]