Localidad de 88.800 habitantes (72 m), en la Vía Turonense, Francia. A 1.312 km de Santiago de Compostela. Estación del Camino de Tours, constituye uno de los grandes centros de peregrinación medievales, pues en una basílica “enorme y espléndida”, según la describe el Codex Calixtinus, diferenciada de la catedral, reposa el cuerpo del obispo San Hilario, que falleció en el año 368. El maestro de San Martín, gran teólogo y vencedor de la herejía arriana, ya muerto, ayudaría al franco Clodoveo a derrotar al godo Alarico. Aun sin la contribución del Santiago caballero, que iniciaría su galope en Clavijo, Carlos Martel consiguió frenar en la batalla de Poitiers a los árabes (732).
La iglesia de Saint-Hilaire es uno de los más antiguos templos cristianos de Francia, pues ya existía en el siglo IV. En el 732, del mismo modo que Compostela con Almanzor tiempo después, fue devastado por los musulmanes, y cien años más tarde por los normandos. Tras sucesivas reedificaciones, el edificio que hoy contemplamos fue consagrado en 1049, aunque a raíz de un incendio hubo de rehacer su cubierta, inicialmente de madera, y se optó por las bóvedas, lo que supuso la conclusión de hasta siete naves de considerable altura. Sometida a una profunda restauración en el siglo XIX, la basílica sobresale por su pureza románica, el amplio deambulatorio, la calidad de sus capiteles historiados y la presencia de frescos; la cripta románica sigue acogiendo, como en el pasado, las reliquias del santo obispo.
Un testimonio tardío refiere que en San Hilario los peregrinos epilépticos eran atados a la “cuna del santo”, procurando por este medio su curación; a esta práctica alude el peregrino Guillaume Maunier en 1726. El anexo hospital de Saint-Hilaire ofrecía cama por una noche a los peregrinos que van o vuelven de Santiago.
Un segundo cuerpo santo, igualmente propiciatorio de numerosos milagros, era el de la reina Santa Radegunda, esposa de Clotario I. Su tumba era venerada en el monasterio que ella misma había fundado en el 587 -actual iglesia románica y gótica con cripta-, que también conserva un lignum crucis procedente de Constantinopla.
Poitiers posee más templos medievales, así la catedral de Saint-Pierre (ss. XII-XIV) o la colegiata de Nôtre-Dame-la-Grande (s. XII), con una excepcional fachada románica atestada de esculturas. A la entrada de la ciudad tuvo asiento la abadía cluniaciense de Montierneuf, fundada hacia 1070 por el conde Guillermo VI de Aquitania, de cuya iglesia románica nos queda el deambulatorio; por su parte, el resto de la fábrica data de los siglos XIV y XVII. El valor arqueológico del baptisterio de Saint-Jean (s. IV), considerado como el edificio cristiano más antiguo de Francia, nos devuelve por un instante a los tiempos de San Hilario.
Aymeric Picaud cierra su guía de peregrinos con un milagro acontecido en Poitiers, donde dos peregrinos que pedían caridad por Dios y Santiago, sin obtenerla, a lo largo de la calle en que se localiza la iglesia de San Porcario, salvo en una humilde casa, contemplaron como todas las viviendas, a no ser aquella en la que habían sido atendidos, fueron pasto de un incendio. Del mentado templo medieval conservamos la torre-pórtico, de factura románica y el resto data del siglo XVI. Otro testimonio de la gran romería surge a la entrada de la ciudad, no lejos de la moderna iglesia de Saint-Jacques de Buxerolles, que contó con un hospital de peregrinos; se trata de dos marcas excavadas en la roca, correspondientes a un pie y un bastón, conocidas como la huella del Apóstol [Le pas de L’Apôtre]; hasta ellas, el día de Santiago, acude una procesión. [AP]