Originalmente en inglés Thomas Beckett. Arzobispo de Canterbury (1118-1170). Este popular y venerado santo londinense habría peregrinado a Santiago de Compostela en el año 1167 siguiendo el Camino Portugués de la Costa.
Como testimonio de su impreciso viaje, el arzobispo Martín Herrrera, primer impulsor moderno de la peregrinación a Compostela, mandó levantar una iglesia que dedicó al santo en la localidad de Caldas de Reis (Pontevedra), situada en el itinerario del Camino Portugués. Es el único templo gallego dedicado a este santo. La tradición señala que Becket hizo un descanso en esta villa, a pocos kilómetros de Santiago, antes de llegar a la tumba del Apóstol. La iglesia se construyó entre 1890 y 1894 con las piedras de la torre medieval de la reina doña Urraca, donde había nacido el rey Alfonso VII de Castilla y León.
Becket murió asesinado en 1170 por cuatro caballeros del rey inglés Enrique II de Plantagenet; sucedió en el interior de su catedral, al pie de uno de los altares. El monarca inglés y Becket arrastraban de largo una enemistad por divergencias de intereses; en este caso el conflicto residía en sus diferentes posturas en cuanto al poder político de la corte eclesiástica.
A raíz de su muerte, Becket fue reverenciado por los fieles de toda Europa que le consideraron un mártir; apenas tres años después, en 1173, fue canonizado por Alejandro III. El 12 de julio de 1174, Enrique II tuvo que hacer penitencia públicamente ante la tumba de su enemigo, que se convirtió, por su parte, en uno de los lugares de peregrinaje más populares de Inglaterra, hasta que fue destruida durante la disolución de los monasterios (1538 a 1541), cuando el rey Enrique VIII confiscó las propiedades de la iglesia católica en Inglaterra.
Se puede encontrar además una vinculación de Becket con Santiago en la colección de milagros realizada por Benito de Peterborough. En ella se narran hechos en los que subyace cierta rivalidad santera entre ambos, en la que se debate quién de los dos es más milagroso. Uno de los relatos cuenta que algunos peregrinos jacobeos de origen inglés, al topar con un temporal en el canal de la Mancha, rezaron a Becket y no a Santiago. Al quedar a salvo en el puerto de Sandwich, fueron de inmediato a Canterbury, donde muchos de ellos ofrecieron las cruces que, de acuerdo con la costumbre inglesa, pensaban entregar a Santiago.
Otra curiosa historia, relatada en esta misma colección de milagros, es la del obispo de Armenia, que habiendo sido milagrosamente liberado del cautiverio de los musulmanes, visitó Roma, Colonia y Santiago buscando un santo al que poder agradecer tal milagro. El obispo no dio con el santo adecuado hasta que no llegó a Canterbury y oró ante la tumba de Santo Tomás Becket. [XIV]