Antigua vía de comunicación que atraviesa de sur a norte parte del oeste de España, sirviendo como principal herramienta para la difusión del cristianismo en el interior peninsular y conformando importantes comunidades cristianas, sobre todo en su mitad sur. Este substrato humano dio lugar no sólo a una de las primeras rutas jacobeas, como fue el Camino Mozárabe, sino que además pudo ser protagonista de una leyenda: la de la aparición del sepulcro del apóstol Santiago.
Así pues, tras la arrolladora conquista árabe (711), muchos cristianos continuaron en sus casas, dada la inicial tolerancia político-religiosa de los nuevos señores. Pero otros, huyendo de la amenazadora conquista árabe en los primeros momentos, o tiempo después, con la emigración de algunos de estos mozárabes en busca de mayor libertad, se desplazaron a tierras norteñas llevando consigo modelos culturales, artísticos, religiosos, etc., hasta el punto de incluir en su marcha los huesos de sus santos y obispos, así como diversas advocaciones existentes en esas históricas comunidades cristianas, ahora en territorio ocupado. Es el caso de Mérida, cuya devoción a su mártir Santa Eulalia fue difundida por aquellos emigrantes hacia el norte peninsular.
Dicho lo anterior, supone cierto paralelismo o demasiada casualidad, que al poco de la conquista musulmana aparecieran los huesos de Santiago en aquellas tierras del norte, resultado seguramente de este fenómeno migratorio-cultural proveniente del sur. En este sentido, hace ya tiempo que fray Justo Pérez de Urbel recogió la noticia del hallazgo de una inscripción en una lápida de mármol, datada en la primera mitad del siglo VII -actualmente en el Museo Visigodo de Mérida-, en la que se hace referencia a la consagración de la iglesia de Santa María en la misma ciudad, informando de que bajo ella estaban depositadas las reliquias de varios santos.
La importancia de esta inscripción es que -entre otros- se mencionan los restos del apóstol Santiago, que estaban en un principio en Emerita Augusta, mansio perteneciente a la Vía de la Plata. Esta fuente epigráfica pudo ser el resultado de una tradición o creencia surgida entre los primitivos cristianos hispano-godos de la comunidad emeritense; no olvidemos que esta ciudad fue una de las más importantes sedes episcopales metropolitanas de aquella época. Estas pretendidas reliquias fueron supuestamente trasladadas a tierras del norte, ya sea por aquellos primitivos cristianos en su huida de las tropas árabes, o posteriormente por los propios mozárabes.
Un caso parecido lo tendríamos en la búsqueda en tierras musulmanas, y por la Vía de la Plata, de las reliquias de San Isidoro de Sevilla. Fue realizada con la intención de rescatar aquellos valores asentados durante el reino visigodo. Hay que recordar aquí que, si existió una iconografía de Santiago matamoros tan relacionada con esta calzada, es por la figura militar de San Isidoro (también ecuestre-matamoros) nacida a la vera de la Vía de la Plata. Fue el segundo estandarte o símbolo (divino-guerrero) en importancia de las tropas cristianas en estas luchas.
Por otro lado, el paso de Santiago por tierras peninsulares no deja de ser una mera conjetura perteneciente al terreno de la fe, pero que no sería extraña dadas las eficientes vías de comunicación terrestres y marítimas entre Roma y Cádiz o Sevilla. De todas formas es interesante citar, por ejemplo, la fuente musulmana de Aben Almogib (s. X), seguramente recogiendo una tradición hispano-visigoda anterior y continuada por los cristianos mozárabes, en la que se nos informa del desembarco del apóstol Santiago en el entorno de Sevilla -nuestra antigua mansio romana de Hispalis- y de su marcha hacia el norte.
Este hipotético viaje lo haría, sin duda, dirigiendo sus pasos por la Vía de la Plata hacia una de las ciudades más importantes del Imperio: Emerita Augusta [Mérida]. Hay que recordar que en ambas urbes germinó desde los primeros tiempos el cristianismo. Aún se conserva la tradición según la cual donde hoy se alza la iglesia de Santiago en Sevilla sería donde estaba la casa que habitaba el Apóstol cuando predicó en esta ciudad.
En resumen, podríamos mencionar brevemente algunos testimonios. Así por ejemplo, una fuente musulmana, datada en torno al siglo X y relacionada con la corte cordobesa de Al-Andalus, nos informa de un viaje de vuelta desde tierras gallegas en compañía de paisanos peregrinos mozárabes que viajaban de regreso a sus tierras andaluzas. Del mismo modo poseemos varias noticias de antiguos hospitales de peregrinos desde el sur andaluz hasta Santiago de Compostela; así sería el caso del hospital, de la época medieval tardía, de Santiago, en Zafra; del hospital de la Piedad, en Benavente, o del documentado en la localidad de La Bañeza, en su iglesia de San Salvador, y datado en el siglo X.
También podríamos mencionar la noticia que nos da el padre Juan de Mariana en su Historia General de España: “En tiempos que se descubrió el sepulcro del Apóstol Santiago, de todas las partes del mundo acudían a visitarlo, siendo el mayor número los que venían de tierras de moros.” Importante mención referente a estos temas sería el traslado de la antigua Diócesis Episcopal Metropolitana de Mérida a Santiago de Compostela en el año 1120. Fue entonces cuando esta última ciudad empezó a tener peso eclesiástico, gracias a la visigoda sede emeritense perteneciente a esta calzada.
Igualmente en relación -aunque de manera distinta- con el fenómeno jacobeo tendríamos la fundación en el año 1170, y en la misma Vía de la Plata, de la primitiva Orden de los Fratres de Cáceres, que posteriormente -y a raíz de un polémico acuerdo con la sede compostelana a costa de la emeritense- daría lugar a la Orden militar de los Caballeros de Santiago. Las órdenes militares tenían no sólo vocación militar sino también asistencial hacia los peregrinos. Un ejemplo de ello viene reflejado en el entorno de la Vía de la Plata, en el que en una de las cláusulas de la Orden de Alcántara se nos informa de lo siguiente: “Habrá veinte lanzas en servicio de andar el camino peregrino […] y otras veinte lanzas hasta el puente de Alconétar, con aposento gratis de peregrinos necesitados en la villa de Santiago, en una posada que está pasado el puente de la Pantoxa sobre el Almonte.”
Otra importante noticia nos viene de la mano de Gonzalo Illescas, en 1622, cuando al narrar el traslado de las reliquias de San Isidoro de Sevilla desde la ciudad hispalense, en el año de 1063, por el rey Fernando I de León, nos informa textualmente de lo siguiente: “Pasó adelante hacia Sevilla y hubo en esta jornada el cuerpo del glorioso confesor San Isidoro, por concesión del rey de Sevilla y llevándole a León, por el muy antiguo camino romano, hoy de peregrinos, con grande acompañamiento, edificó la iglesia de su nombre que hoy dura.”
Del mismo modo podríamos citar la peregrinación a Santiago por este camino, a principios del siglo XVII, entre los días 26 de enero y 23 de marzo, del canónigo Bernardo de Alderete (o Aldrete) junto con otros religiosos, desde Córdoba, o de Bartolomé de Villaba y Estrañá en 1577, ampliamente descrita en su obra El peregrino curioso y grandezas de España. Las noticias que poseemos de peregrinos a Santiago por la Vía de la Plata llegan hasta nuestros días. La diferencia existente entre este Camino Mozárabe con respecto al más difundido y conocido posteriormente como Francés, fue, no histórica, sino solo la estrictamente numérica, ya que, mientras que el segundo absorbía a la totalidad de Europa, la Vía de la Plata poseía un menor reservorio demográfico, básicamente del sur de la península.
Por otro lado, cabría mencionar las huellas jacobeas en la iconografía existente a lo largo de la Vía de la Plata, verdaderos referentes en la historia del arte español y universal. Si la representación del famoso Santiago matamoros es aquí repetitiva, su auténtico precedente -Santiago peregrino-, alcanza en torno a la Vía de la Plata su mayor y más antiguo exponente: Sevilla, Fuente de Cantos, Calzadilla de los Barros, Cáceres, Plasencia, Salamanca, Zamora, etc., son sólo algunos de los múltiples ejemplos. Pero la imagen más antigua que se conoce en la historia de la iconografía de un Santiago peregrino es una escultura en la población zamorana de Santa Marta de Tera, localizada junto a este Camino. Está datada en torno al siglo XII y es un bellísimo ejemplar de la iconografía románica.
Esta muestra es una huella más de los pasos de aquellos mozárabes que, aprovechando la infraestructura que les ofrecía esta calzada romana, tomaban la variante en dirección a Sanabria, buscando los puertos de montaña de Portela da Canda y del Padornelo, para proseguir así hacia Ourense y terminar en Santiago, en lugar de la posteriormente más frecuentada ruta por Astorga -como ha-cían muchos- una vez mejorados los servicios del Camino Real Francés, debido al incremento de la afluencia europea.
Del importante tramo por Sanabria conocemos varios y antiguos hospitales peregrinos, como Rionegro del Puente, Triufé, San Martín de Castañeda, etc., así como el hecho de ser un obligado e histórico Camino en todos los tiempos, que unió el noroeste peninsular con la meseta castellana en un viaje de ida y vuelta, no sólo de peregrinos, sino de arrieros, segadores, comerciantes, guerreros, emigrantes, etc., unos y otros con su gran carga cultural y de creencias a cuestas, tanto propias como recogidas en los extremos de su camino.
Estas y otras muchas manifestaciones materiales o culturales, por ejemplo la devoción a ciertas vírgenes estrechamente vinculadas a lo jacobeo, existen en torno a este eje de comunicación de la Vía de la Plata.
Al igual que los restantes caminos históricos que conducían a Santiago, la Vía de la Plata no ha dejado de ser utilizada por los peregrinos hasta nuestros días. Si bien fueron varios los investigadores que en los últimos siglos volcaron sus ojos en el estudio parcial de algún aspecto de esta calzada romana, citaremos al profesor José Manuel Roldán Hervás, que recopiló todos los trabajos realizados en la obra Iter ab Emerita Asturicam, publicada en 1971. En la década de los años ochenta, un grupo de ciudadanos de varias comunidades autónomas comenzaron a interesarse y a trabajar, de forma humilde y desinteresada, por la salvaguarda y rehabilitación de todo su recorrido. El único precedente que se ha de considerar fue la declaración en el año 1931 de Monumento Histórico Nacional -actual Bien de Interés Cultural- del tramo de la calzada romana a su paso por la provincia de Salamanca. Este campo abonado comenzó a florecer en los años 1990 y 1991 con la Primera Peregrinación Internacional a Compostela por la Vía de la Plata, organizada por los Amigos del Camino de Santiago de Navarra, dirigidos por Andrés Muñoz Garde, verdadero artífice de la recuperación/reivindicación de este Camino.
En época romana todo este recorrido no tuvo ningún nombre genérico, que sepamos, y lo que erróneamente se viene llamando Iter Ab Emerita Asturicam, como si fuera su antiguo nombre, no es más que el título moderno, pero en latín, de la tesis doctoral del profesor José Manuel Roldán Hervás, importante pero parcial estudio de esta calzada, centrado en su tramo centro-norte.
El topónimo más común y popular que identifica a este Camino es el de Plata. No hace referencia al mineral precioso, sino que entre otras teorías, como las que lo hacen provenir del latín Platea [superficie ancha] o delapidata [empedrada], la cual está tomando cada vez más apoyo, es posiblemente un nombre de origen medieval, quizás derivado de los términos musulmanes al-Balath [pavimento] o de balata [camino enlosado o empedrado], en la que su primera parte [ba-] se pronuncia de una forma cerrada, parecida a p-, por lo que pudo evolucionar al castellano medieval como ‘plata’.
Estos topónimos son también utilizados, pero con menos profusión, en otros puntos de la península y en relación siempre con vías romanas. Pero es aquí, en estas tierras occidentales desde las gaditanas-sevillanas, pasando por las extremeñas y hasta las castellano-leonesas, donde encontramos el rastro de este nombre de una forma más o menos continuada.
En este punto hay que aclarar una errónea interpretación originada por el estudio de Roldán Hervás. En él se hace partir la Vía de la Plata desde Emerita Augusta. La ciudad de Mérida, por mucho que queramos, no es arranque de la Vía de la Plata, sino consecuencia de ella, es decir, de un tradicional camino sur-norte/norte-sur que aprovechaba en este lugar un vado del río Guadiana. Aquí se construyó posteriormente un puente romano por Augusto, uno de los más grandes del Imperio en su género y curiosamente al sur de la ciudad de Mérida. De ahí el origen de esta urbe, nacida a la vera de este paso obligado con la intención de controlar el histórico iter, lugar estratégico entre la romanizada Bætica y las poco pacíficas tierras norteñas. Por tanto, hacer arrancar la Vía de la Plata de Mérida sólo con el argumento de este topónimo, es un error, sobre todo al olvidar, o desconocer, que al sur del Guadiana, aparte de seguir habiendo vestigios de calzada romana y estar citada en las fuentes clásicas, existe igualmente el topónimo ‘De la Plata’. Así tendríamos, entre otros ejemplos, el de la localidad sevillana de Almadén de la Plata. Curiosamente el testimonio documental más antiguo que se ha recogido es el que hace referencia al Camino de la Plata a su paso por Sierra Morena, al sur de Mérida, fechado en 1370, en el Archivo Municipal de Sevilla.
Otra denominación errónea es la archiconocida Ruta de la Plata. ‘Ruta’ es un galicismo y, por lo tanto, no del todo correctamente utilizado, sobre todo porque las calzadas romanas son vías y no rutas: Via Domitia, Via Augusta, etc.
También nuestro Camino y sus variantes medievales han tenido otros nombres: Cañada Real de la Plata o de la Vizana, Senda o Vereda de la Plata, Camino Real, Camino Mozárabe de peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela, o incluso denominaciones más localistas, como Camino de Guinea o Calzada Colombiana, etc.
En definitiva, el topónimo popular de Camino de la Plata, o más recientemente denominado como Vía, es más amplio geográficamente de lo que en otros escritos se quiere hacer creer. En este sentido hay que resaltar una inadvertida incongruencia: en la importante obra de Roldán Hervás se identifica como Camino de la Plata a la calzada existente entre Emerita y Asturica, pero reconociendo en un punto de sus páginas que tal topónimo, como identificador de la vía romana, se desconoce al norte de Salamanca. Por otro lado, ignora la existencia de este nombre al sur de Mérida, cuyo Camino de la Plata se extiende hasta Hispalis [Sevilla], topónimo que se documenta incluso más al sur, hasta Cádiz, en Sierra de la Plata, cerca de Zahara de los Atunes, no tanto como camino sino haciendo referencia a lugares concretos próximos a esta calzada. Por ello hay que reconocer que es difícil fijar con exactitud matemática los últimos extremos de este eje de comunicación.
En cualquier caso, el título Vía de la Plata es meramente circunstancial. Se trata de una expresión popular que da nombre a una realidad histórica más extensa. Para resumir, trataremos de definir brevemente todos estos conceptos:
Conceptualmente se trata de la calzada romana que transcurría desde Sevilla. El nombre de Iter ab Emérita Astúricam es contemporáneo, aunque esté en latín -probablemente Astorga o incluso Gijón-. Desde tiempo inmemorial, popularmente, y a través de la tradición hablada, se aplica este concepto, de ahí que el tramo Sanabrés en algunos pueblos zamoranos de este itinerario sea llamado Vía de la Plata, y en Galicia sea denominado Vía da Prata.
Carretera N-630. En la actualidad está siendo sustituida por la Autovía de la Plata.
Es la ruta jacobea que tomaban los peregrinos cristianos asentados en territorio musulmán para llegar hasta Compostela, y normalmente hace referencia a los caminos que afluyen o conectan con la Vía de la Plata. No hay un solo Camino Mozárabe, sino que partían de las distintas capitales -sureñas y no tan sureñas- donde existía esta población, es decir, uno partía de Málaga, otro de Granada, otro de Huelva, otro de Toledo, etc. En su mayoría afluían la Vía de la Plata a diferente nivel.
Término propuesto por Eligio Rivas. Es similar a Camino Mozárabe, pero su definición engloba un concepto geográfico en lugar de histórico. Hace alusión desde Galicia a las rutas jacobeas que provienen del Mediodía hispano, es decir, del sur de España.
Se trata de una porción del Camino en cuestión situada entre Granja de Moreruela -Zamora- y la propia Compostela. Su nombre deriva de su paso por Puebla de Sanabria y su comarca. Este trazado fue utilizado por los peregrinos jacobeos con anterioridad al que va hasta Astorga, el cual no se comenzó a usarse hasta que las infraestructuras del Camino Francés lo hicieron preferible.
Ruta jacobea ubicada entre Salamanca y Compostela -por el Tramo Sanabrés-. Es conocida con este nombre por ser realizada por el obispo salmantino Fonseca hasta Santiago, cuando fue nombrado obispo de Compostela.
En Galicia menciona al tramo gallego del Camino Sanabrés. En el resto de España hace referencia a los caminos jacobeos que provienen de Levante y pasan por Albacete, Toledo, Ávila, etc.
Camino real de trashumancia que más en su porción leonesa y extremeña y menos en su tramo andaluz coincidía con la calzada romana antes descrita.
Ruta turística que transcurre -en su mayoría, aunque no siempre- sobre la antigua calzada romana de la Plata.
Término poco extendido, y aplicable a otras vías. Proviene de equínea -del latín equus, caballo-, es decir, que se recorre a caballo.
Si nos atenemos a las rutas jacobeas que conectan con la Vía de la Plata, tenemos las siguientes prolongaciones:
Sevilla: rutas desde Cádiz-Campo de Gibraltar y, probablemente, una variante malagueña que pasaba por Ronda.
Zafra: Camino Sur desde Huelva.
Mérida: camino desde Córdoba, donde se unían los de Málaga, Granada y, probablemente, Jaén. También los de Badajoz.
Plasencia-Carcaboso: en la actualidad, una variante poco significativa de los caminos levantinos; conecta a este nivel.
Salamanca: recibe a los peregrinos provenientes de la Sierra de Gata y de la Peña de Francia.
Zamora: recibe una variante importante de los caminos levantinos, incluidos los tránsitos de Albacete, Toledo, Ávila, etc.
Verín: recibe la variante portuguesa de la Vía de la Plata, que partiendo desde Zamora transcurre por Braganza y Chaves.
Benavente: a esta ciudad afluye otra variante levantina, el Camino Matritense, que proviene de Madrid y se desvía del actual en Simancas, aprovechando la antigua calzada procedente de Caesar Augusta, así como otro ramal de la propia Vía de la Plata -descrita por Villuga- la cual, evitando Zamora, se desviaba desde Salamanca hacia Toro.
Astorga: conecta con el Camino Francés. [AM]