XacopediaCervantes Saavedra, Miguel de

Escritor (1547-1616). Cuarto hijo del médico Rodrigo de Cervantes y de Leonor de Cortinas. Vivió una infancia marcada por los acuciantes problemas económicos de su familia, que en 1551 se trasladó a Valladolid. Allí inició el joven Miguel sus estudios, probablemente en un colegio de jesuitas. En 1561 regresó a Madrid. Parece probable que frecuentara las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca, puesto que en sus textos aparecen copiosas descripciones de la picaresca estudiantil de la época.

En 1569 salió de España, tal vez a causa de algún problema con la justicia, y se instaló en Roma, donde ingresó en la milicia, en compañía de Diego de Urbina, con la que participó en la batalla de Lepanto (1571). En este combate naval contra los turcos fue herido de un arcabuzazo en la mano izquierda, que le quedó anquilosada. Cuando tras varios años de vida de guarnición en Cerdeña, Lombardía, Nápoles y Sicilia -donde adquirió un gran conocimiento de la literatura italiana-, regresaba de vuelta a España (1575) la nave en que viajaba fue abordada por piratas turcos que lo apresaron y vendieron como esclavo, junto a su hermano Rodrigo, en Argel. Allí permaneció hasta que en 1580 un emisario de su familia logró pagar el rescate exigido por sus captores.

Ya en España, tras once años de ausencia, se dedicó a realizar encargos para la corte durante unos años. En 1584 se casó con Catalina Salazar de Palacios, y al año siguiente fue publicada su novela pastoril La Galatea. En 1587 aceptó un puesto de comisario real de abastos que, si bien le acarreó más de un problema con los campesinos, le permitió entrar en contacto con el pintoresco mundo del campo que tan bien reflejaría en su obra maestra, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, que apareció en 1605. Al año siguiente la corte se trasladó de nuevo a Valladolid, y Cervantes con ella. El éxito del Quijote le permitió publicar otras obras que ya tenía escritas: los cuentos morales de las Novelas ejemplares, el Viaje del Parnaso y Comedias y entremeses. Empapado de tradición clásica e italiana, su obra poética está integrada por numerosas composiciones sueltas, normalmente de circunstancias, entre las que destacan las de tono cómico y satírico, Un valentón de espátula y greguesco o Al túmulo del rey Felipe II, y dos poemas mayores, Canto de Calíope -incluido en La Galatea- y Viaje del Parnaso (1614), único poema narrativo extenso de Cervantes.

El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha//// En 1616, meses antes de su muerte, envió a la imprenta el segundo tomo del Quijote, titulado El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha con lo que quedaba completa la obra que lo sitúa como uno de los más importantes escritores de la historia y como el fundador de la novela en el sentido moderno de la palabra. A partir de una sátira corrosiva de las novelas de caballerías, el libro construye un cuadro tragicómico de la vida y explora las profundidades del alma a través de las andanzas de dos personajes arquetípicos y contrapuestos, el iluminado Don Quijote y su prosaico escudero Sancho Panza.

A continuación se reproduce un fragmento de la obra, en el que satiriza el comportamiento de los falsos peregrinos y se describe su vestimenta en la época: “Vio que por el camino por donde él iba venían seis peregrinos con sus bordones, de estos estranjeros que piden la limosna cantando, los cuales en llegando a él se pusieron en ala y, levantando las voces, todos juntos comenzaron a cantar en su lengua lo que Sancho no pudo entender, si no fue una palabra que claramente pronunciaba ‘limosna’, por donde entendió que era limosna la que en su canto pedían; y como él, según dice Cide Hamete, era caritativo además, sacó de sus alforjas medio pan y medio queso, de que venía proveído, y dióselo, diciéndoles por señas que no tenía otra cosa que darles. Ellos lo recibieron de muy buena gana y dijeron:

—¡Guelte! ¡Guelte!

—No entiendo —respondió Sancho— qué es lo que me pedís, buena gente.

Entonces uno de ellos sacó una bolsa del seno y mostrósela a Sancho, por donde entendió que le pedían dineros, y él, poniéndose el dedo pulgar en la garganta y estendiendo la mano arriba, les dio a entender que no tenía ostugo de moneda y, picando al rucio, rompió por ellos; y al pasar, habiéndole estado mirando uno dellos con mucha atención, arremetió a él y, echándole los brazos por la cintura, en voz alta y muy castellana dijo:

—¡Válame Dios! ¿Qué es lo que veo? ¿Es posible que tengo en mis brazos al mi caro amigo, al mi buen vecino Sancho Panza? Sí tengo, sin duda, porque yo ni duermo ni estoy ahora borracho.

Admiróse Sancho de verse nombrar por su nombre y de verse abrazar del estranjero peregrino, y después de haberle estado mirando, sin hablar palabra, con mucha atención, nunca pudo conocerle; pero, viendo su suspensión el peregrino, le dijo:

—¿Cómo es posible, Sancho Panza hermano, que no conoces a tu vecino Ricote el morisco, tendero de tu lugar?

Entonces Sancho le miró con más atención y comenzó a rafigurarle, y finalmente le vino a conocer de todo punto y, sin apearse del jumento, le echó los brazos al cuello y le dijo:

—¿Quién diablos te había de conocer, Ricote, en ese traje de moharracho que traes? Dime quién te ha hecho franchote y cómo tienes atrevimiento de volver a España, donde si te cogen y conocen tendrás harta mala ventura.

—Si tú no me descubres, Sancho —respondió el peregrino—, seguro estoy que en este traje no habrá nadie que me conozca; y apartémonos del camino a aquella alameda que allí parece, donde quieren comer y reposar mis compañeros, y allí comerás con ellos, que son muy apacible gente. Yo tendré lugar de contarte lo que me ha sucedido después que me partí de nuestro lugar, por obedecer el bando de Su Majestad, que con tanto rigor a los desdichados de mi nación amenazaba, según oíste.

Hízolo así Sancho, y, hablando Ricote a los demás peregrinos, se apartaron a la alameda que se parecía, bien desviados del camino real. Arrojaron los bordones, quitáronse las mucetas o esclavinas y quedaron en pelota, y todos ellos eran mozos y muy gentileshombres, excepto Ricote, que ya era hombre entrado en años. Todos traían alforjas, y todas, según pareció, venían bien proveídas, a lo menos de cosas incitativas y que llaman a la sed de dos leguas”.

En este texto Cervantes emplea la palabra ‘muceta’ con el mismo sentido que ‘esclavina’, y al decir que los mozos se quedaron en pelota no se refiere a que quedaran completamente desnudos, tal y como lo entenderíamos hoy en día. En otra parte, explica que “los peregrinos que hacían el Camino de Santiago adornaban la esclavina y el sombrero con conchas y azabaches”.

Lleno de ironía se muestra también el escritor al mostrar la simplicidad de Sancho para entender el significado de Santiago como patrón de España: “Qué es la causa porque dicen los españoles cuando quieren dar alguna batalla, invocando aquel Santiago matamoros: ¡Santiago y cierra España! ¿Está por ventura España abierta, y de modo que es menester cerrarla, o qué ceremonia es esta?”.

Rubén Darío también evoca el sentido de la peregrinación de esta obra en el poema Letanía de nuestro señor Don Quijote (1905): [...] Noble peregrino de los peregrinos, / que santificaste todos los caminos, / con el paso augusto de tu heroicidad, / contra las certezas, contra las conciencias / y contra las leyes y contra las ciencias, / contra la mentira, contra la verdad [...].

Los trabajos de Persiles y Sigismunda//// La grandeza del Quijote no debe ocultar el valor del resto de la producción literaria de Cervantes, entre la que destaca la novela itinerante Los trabajos de Persiles y Sigismunda, su auténtico testamento poético. Obra publicada póstumamente en Madrid en 1617, es una novela bizantina de aventuras que cuenta las peregrinaciones de sus protagonistas, que dependen exclusivamente de lo fortuito y del azar. Gran parte de sus peripecias transcurren en exóticos países, que Cervantes sólo conocía a través de relatos fantásticos y por la consulta de cartas geográficas. Además, los personajes cruzarán España para terminar sus peripecias en Roma, donde se unirán felizmente en matrimonio. Estos bellísimos príncipes, que viajan aparentando ser hermanos y bajo los nombres supuestos de Periandro y Auristela, forman parte de una trama retorcida y complicada que, en ocasiones, queda en suspenso cuando un recién llegado cuenta su fantástica y maravillosa historia.

Cervantes abandona en esta última producción el punto de vista realista y deja volar su imaginación para crear una bella ficción novelesca, en la que los héroes vencen y la vida es descrita con los más sugestivos colores. Probablemente, nuestro autor pretendía simbolizar la historia de la humanidad con una clara idea contrarreformista. En consecuencia, la peregrinación, que podría considerarse como la fuerza motriz de Persiles, no tiene en absoluto una causa religiosa, sino un motivo político o sucesorio, familiar o maternal. La peregrinatio es un ingenium, que idea la madre de Persiles para que su hijo pueda huir con su amante Sigismunda, y así evitar su matrimonio con Maximino. Nada más lejos que la fe como objetivo. Así, la protagonista incluso insiste: “Mi peregrinación es la que usan algunos peregrinos, quiero decir que siempre es la que más cerca les viene a cuento para disculpar su ociosidad [...] sé que es justa, santa y loable, y que siempre la ha habido y la ha de haber en el mundo; pero estoy mal con los malos peregrinos, como son los que hacen granjería de la santidad, y ganancia infame de la virtud loable; con aquellos, digo, que saltean la limosna de los verdaderos pobres. Y no digo más, aunque pudiera”. [IM]

V. Cervantes, plaza de


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