También conocida como Vía Lemosina o Camino de Vézelay. Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1998, la Ruta de Vézelay nace en una pequeña villa borgoñona, hasta finales del siglo XIII famosa por su santuario de la Magdalena, en la que confluyen buena parte de los Caminos de peregrinación que recorren Centroeuropa. Si el culto de Vézelay cesa al descubrirse la falsificación de sus reliquias, no así el de los dos grandes santuarios limusinos, separados únicamente por cuatro leguas: Saint-Léonard-de-Noblat y St-Martial-de-Limoges. El peso de Limoges explica que en el Camino se haya acabado por imponer la denominación de lemovicense, en detrimento de la viziliacense o de partida.
Pese a los esfuerzos llevados a cabo por la Association des Amis de Saint-Jacques de la Voie de Vézelay, que en colaboración con otros grupos regionales ha señalizado con una marca propia y difundido, a lo largo de la primera década del nuevo milenio, este itinerario, el número de peregrinos que frecuentan la ruta tan sólo aumenta poco a poco.
La vía histórica no puede ser confundida con el GR-654, que responde a otra concepción, la del senderismo en busca de la naturaleza, y no respeta todas las etapas del antiguo recorrido. En cuanto a los obstáculos montañosos, apenas existen en el Camino de Vézelay, que discurre en su mayor parte por valles, y se alcanza su modesto techo en los montes d’Ambazac (695 m), situados en el Limousín.
Del mismo modo que la Vía Turonense, la Ruta de Vézelay principia con el dilema de una bifurcación. El itinerario más directo se dirige por Varzy -iglesia de Saint-Pierre, del siglo XIII- hasta el valle del Loire, donde tenía asiento el priorato cluniaciense de La Charité-sur-Loire -Sainte-Croix-Nôtre-Dame, consagrada en 1107 y actualmente clasificada como Patrimonio de la Humanidad -fue la mayor iglesia de Francia tras la de Cluny-, atravesando después la ciudad de Bourges -catedral de Saint-Étienne- (ss. XII-XIII) y la villa de Issoudun -colegiata de Saint-Cyr, de los siglos XIV-XV, con capilla de Santiago, hospital de San Roque y torre de Santiago junto a la que fue su puerta-, para desembocar, pasando por Châteauroux, en Gargilesse.
Existe también un brazo meridional a través del gran Camino Real de Nevers, hasta cuya catedral de Saint-Cyr y Sainte-Julitte (ss. XI al XVI) también llegaban los peregrinos que visitaban Saint-Lazare de Autun; por Saint-Pierre-le-Moutier cruza el Loira para dirigirse a Saint-Amand-Montrond (iglesia de los siglos XII-XIII) y Neuvy-Saint-Sépulchre -la colegiata de Saint-Jacques, ahora de St-Étienne y Patrimonio de la Humanidad, data de los siglos XI-XII, y expone una reliquia de la Sangre de Cristo- que converge con el anterior en Gargilesse, aunque también podía hacerlo atajando hasta La Souterraine. Los dos brazos mayores están debidamente señalizados.
Cambiando de sentido hacia el sur por el valle de La Creuse, la Vía se introduce en el Limousín por La Souterraine. Etapa mayor, posee su calle y plaza de Saint-Jacques -tuvo también puerta del mismo nombre en la muralla-, así como la iglesia románica de Nôtre-Dame-de-l’Assomption (ss. XI-XII), con su cripta, la torre-pórtico propia de la región y un tímpano polilobulado. Poco después se desplaza al este para beneficiarse de la caridad de Bénévent-l’Abbaye, con el templo monástico de Saint-Barthélemy (segunda mitad del siglo XI), que po-seía una reliquia de San Bartolomé procedente de la ciudad italiana de Benevento en 1028. Superados los montes graníticos de Ambazac, llegan los platos fuertes del itinerario, y estos no son otros que Saint-Léonard-de-Noblat y Saint-Martial-de-Limoges, dos grandes centros de peregrinación mayor que han corrido una suerte desigual, pues si en el primero se mantiene en pie su colegiata románica, en el segundo ha sido borrada de la faz de la tierra la basílica de San Marcial, de la que sólo subsiste la cripta.
Entre Limoges y Périgueux, con la ruta balizada por la Association des Amis de Saint-Jacques du Limousin-Périgord, se suceden una serie de villas que ofrecen sus recuerdos jacobeos: las veneras esculpidas en la iglesia de Aixe-sur-Vienne, donde se cruza un puente del siglo XIII; el propio topónimo de La Coquille, inicio del Périgord; o la cruz de Saint-Jacques de Thiviers, con iglesia del siglo XII dedicada a Nôtre-Dame. Périgueux acoge en su catedral de Saint-Front (ss. XII-XIII), cuyas cúpulas bizantinas le confieren un inconfundible perfil, otro de los tesoros románicos del itinerario -Patrimonio Mundial-.
Después de abandonar Périgueux y cruzar el río l’Isle en Saint-Astier, que posee la tumba de este santo en la cripta de su iglesia románica, dos eran las vías empleadas para proseguir la marcha hacia el sur: el actual trazado, por Sainte-Foy-la-Grande -paso del Dordoña-, Saint-Ferme -abadía benedictina de la Banderolle- (ss. XI-XVIII), Bazas y las Pequeñas Landas, o la variante oriental, prácticamente de la misma longitud, que discurría por Bergerac y se dirigía a Condom, enlazando de este modo con el Camino de Le Puy, algo que también podía hacerse, algo antes, si a través de Agen se tomaba la Ruta de Rocamadour, que confluía en La Romieu.
Por el primero de los caminos, que es el genuinamente Viziliacense y hoy en día reconocido, el Garona era superado en barca por La Réole -de junio a noviembre incluso podía ser vadeado- donde estaba el hospital de Saint-Jacques de La Noaille, dependiente de la abadía benedictina que había sido fundada en el siglo X, a la que pertenece la iglesia de Saint-Pierre (ss. XI-XVII).
A partir de Bazas, con su catedral gótica -Patrimonio Mundial-, el tránsito por las Pequeñas Landas casi resultaba tan arduo y fatigoso como el que el Calixtino había descrito por las Grandes Landas. La escasez de núcleos relevantes de población, a no ser Captieux y Roquefort -con priorato benedictino y capilla de Santiago, era una constante hasta Mont-de-Marsán, aunque no estaban ausentes los establecimientos caritativos, así los hospitales de Saint-Jacques de Beaulac y de la encomienda de Bessaut -próxima a Retjons-, ambos pertenecientes a su orden, o el franciscano de Saint-Blaise -Captieux-. La geografía se tornaba más amable a partir de Mont-de-Marsan, que tuvo hospital de Santiago, y muy especialmente al alcanzar el Adour en Saint-Sever, cuya abadía benedictina también ha entrado a formar parte de los bienes incluidos como Patrimonio de la Humanidad de este itinerario. Antes de su confluencia con los Caminos de Tours y Le Puy, la Vía Lemovicense aún pasa por Hagetmau, el puente fortificado de Orthez, que fue capital del Béarn, L’Hôpital d’Orion -iglesia románica-, Sauveterre-de-Béarn y Saint Palais. [AP]