Importante hito en la Prolongación Jacobea a Fisterra. A 63 km de Santiago, a 23 de Fisterra y a 51 de Muxía -santuario de A Virxe da Barca- por Fisterra. De muchísima devoción -su fiesta se celebra el 8 de septiembre-, esta ermita siempre ha sido paso obligado de peregrinos en el Camino a Fisterra. Citada en numerosos relatorios, como los de Erich Lassota de Steblovo, en 1580 o Christoph Guzinguer, en 1654, el lugar siempre ha sido calificado por los peregrinos como la Fuente Santa. La pequeña ermita que preside el conjunto, compuesto por el santuario, un cruceiro y una fuente, parece que fue fundada por los monjes del cercano monasterio de Moraime, aunque su estructura actual -reformada muy recientemente- es del siglo XVIII. La Virgen ocupa un baldaquino en el muro norte. Pero lo que ha dado fama a A Nosa Señora das Neves es su milagrosa fuente, que se encuentra en un campo al otro lado de la ermita. A ella acuden numerosos devotos y particularmente las mujeres que están criando, ya que sus aguas -se trata de una fuente milagrosa- tienen la virtud de aumentar la producción de leche materna.
Si la visita se realiza el día de la festividad de la Virgen, es preciso acudir allí en silencio, sin hablar con nadie en todo el Camino, participar en los actos religiosos y beber agua de la milagrosa fuente. Investigadores como Fernando Alonso Romero hablan de cultos precristianos en este lugar y de un ninfeo romano, todo ello debidamente cristianizado posteriormente.
Hay que llamar la atención del peregrino de la existencia de tres fuentes sagradas y con virtudes curativas en un corto espacio del itinerario por esta parte de la Prolongación Jacobea a Fisterra y Muxía.
A la ya citada fuente de As Neves hay que añadir la de Santa Lucía, en Olveiroa -festividad el 19 de mayo-. Allí, junto a otra pequeña capilla, brota el agua en una fuente santa donde Santa Lucía, que no en vano es mediadora en enfermedades de la vista, cura la enfermedad a quienes lavan sus ojos con un pañuelo y luego lo dejan a secar.
Particularmente interesante para los peregrinos es la fuente de San Pedro Mártir, que celebra su romería el domingo siguiente al jueves de la Ascensión, que hallarán siguiendo la pronunciada cuesta que sigue a A Nosa Señora das Neves. Sus aguas tienen la virtud, impagable para los romeros, de aliviar y curar los males de los pies. La fuente brota libremente a pocos metros de la capilla y, además, si fuera menester, el párroco presenta a un santiño, guardado en la capilla celosamente, que también contribuye en los procesos sanadores.
El peregrino hace un viaje considerado a lo largo de la historia como sagrado, moviéndose en un ámbito espacial, el del Camino, también sagrado. En ese espacio, y a lo largo de la historia, el culto a las aguas, particularmente manifestado en fuentes y manantiales, ha sido permanente. Son aguas que ya desde la lejana Bretaña, con fuentes como la de Tremeven y su Santiago sedente, acompañan el paso de los jacobeos a lo largo de su recorrido hasta la lejana Fisterra; aguas que hicieron historia como en Villamayor, Estella o El Piojo y aguas, en especial entrando en Galicia, donde pueden darse los mayores milagros. Es precisamente en esta tierra donde aparecen, además, reminiscencias de antiguos cultos paganos, en todos los casos debidamente cristianizados.
No obstante, el apego y culto a fuentes, arroyos y manantiales es patrimonio común de los pueblos indoeuropeos y más aún en los países celtas, donde algunos pozos sagrados eran señalados como lugar de entrada a otros mundos. Hasta ríos como el Limia poseían mágicas virtudes (el olvido). Muchos otros llevaban el nombre del dios celta que los tutelaba -Navia/Nabia, dios protector de las aguas-. En todos los Caminos gallegos que llevan a Santiago, el peregrino encontrará estos lugares rituales, donde todavía hoy en día se practica el encuentro cotidiano con lo sagrado. Es el caso de Santa Mariña de Augas Santas -en una de las variantes del llamado Camino Mozárabe- o el de Santa Eulalia de Bóveda, ambos lugares considerados como de antiquísimo culto a las aguas cuando no ninfeos paganos, debidamente cristianizados. Aguas milagrosas manan también en el Camino Portugués -A Nosa Señora da Escravitude-, y otras que incluso han provocado un hidrotopónimo: -A Fonsagrada, en el Camino Primitivo-, todo ello unido a otra multitud de aguas curativas, como As Burgas, en Ourense, o las también candentes aguas de Caldas de Reis, la antigua Aquae Celenis, en distintas rutas jacobeas. [JAR]