XacopediaSantiago de los Españoles, iglesia de

Santiago de los Españoles nació como iglesia y obra pía de la Corona de Castilla en la ciudad de Roma, Italia, a mediados del siglo XV. Su fundación ha sido fechada tradicionalmente en torno a 1450 siguiendo la inscripción relativa a su fundador, el obispo de Ciudad Rodrigo Alfonso de Paradinas, que se disponía en el arquitrabe de la puerta principal, si bien algunas novedades documentales podrían adelantarla al año 1440. Fuese o no la fecha exacta, el Jubileo de 1450 y la enorme campaña de construcción y reconstrucción de iglesias emprendida por Nicolás V (papa, 1447-1455) serían el detonante de la creación de la iglesia, que comparece por vez primera en los catálogos romanos en un libro de la Compagnia del Gonfalone de 1470.

La iglesia y su hospital masculino se erigieron en la Piazza Navona desde un comienzo, mientras que el hospital femenino ocupó diversas edificaciones a lo largo de los siglos XV y XVI para acabar estableciéndose también en las casas que la obra pía poseía en la histórica plaza.

El vínculo entre el culto a Santiago y la peregrinación se mantenía muy vivo en la ciudad de Roma desde el inicio del Jubileo en 1300, la nueva iglesia se sumó a esa línea ligándose estrechamente a la peregrinación y a los peregrinos que llegaban a la ciudad papal a través de sus hospitales y del culto a su santo titular, con su doble carácter de protector de peregrinos y patrón de España. De sus primeras décadas nos han quedado testimonios iconográficos de gran valor, como las maravillosas esculturas y relieves ejecutados por Andrea Bregno (1418-1506) y su escuela, que a finales del siglo XV cubrieron de conchas y bordones el sepulcro de su fundador -el citado obispo Alfonso de Paradinas (obispo, 1469-1485)- y de esculturas del Apóstol sepulcros como el de Juan de Mella (cardenal, 1465-1467).

Sin embargo, el rol de la iglesia como representante de la “Nación española” en Roma -siendo esta la nación con más poder en la ciudad durante los siglos XVI y XVII- la convirtió muy pronto en el teatro en el que se escenificaron los cambios en el culto a Santiago fruto de la situación política y militar en el Mediterráneo, liderando la transformación que paulatinamente llevó a abandonar la devoción al Santo peregrino en favor del caballero o matamoros.

En Roma la liberación de Granada por los Reyes Católicos había sido aclamada, utilizándose ya entonces la imagen de Santiago como matamoros, pues el Santo renacía en la ciudad como defensor de la cristiandad y símbolo de una nueva Cruzada. Esta nueva devoción estuvo ligada desde el comienzo a la obra pía española, pues fueron la iglesia y hospitales de Santiago de los Españoles los responsables de la organización de los festejos de la caída de Granada. Podemos incluso fijar una fecha inaugural: el 19 de febrero de 1492, cuando Inocenzo VIII (papa, 1484-1492) asistió con la mayor parte de los cardenales a honorar al Apóstol en la iglesia española a la que, poco después, concedería indulgencia plenaria para el primer domingo de febrero y la fiesta de Santiago.

El reflejo de esta trasformación del culto en la iconografía debió ser inmediato, aunque no podemos documentarlo hasta algunos años después, cuando en 1502 el gran pintor Antoniazzo Romano (ca.1430-ca.1510) ejecutó dos pinturas de Santiago ad modum Yspanie para la fiesta de la iglesia.

Años después, en torno a 1517, Pellegrino da Modena (ca.1460-1523), uno de los alumnos de Rafael (1483-1520) que habían trabajado en las logias vaticanas, decoró en la misma iglesia la capilla de Jaime Serra (cardenal, ?-1517) con un ciclo de frescos dedicado a la leyenda del Apóstol. Algunas de las pinturas fueron destruidas en una restauración caso inmediata, pero el ciclo pictórico puede ser reconstruido a partir de fragmentos de frescos conservados en la iglesia de Santa Maria di Monserrato que, claramente, representaban la translación terrestre del cuerpo de Santiago. El resto de las escenas reproducen los episodios relativos a la conversión de los magos Hermógenes y Fileto, la curación y conversión del escriba Josías y, por primera vez en Roma, la batalla de Clavijo. No obstante, el ciclo se complementaba con la presencia majestuosa de una escultura de Jacopo Sansovino (1486-1570) en la que Santiago seguía representándose como peregrino, adoptando una iconografía francesa claramente ligada a la peregrinación.

En 1597 la poderosa comunidad española de la ciudad fundó en la iglesia una cofradía dedicada a la Resuretione que había de convertirse en una de las más importantes de la ciudad, constituyendo además una especie de cofradía nacional. Esta cofradía siguió encargándose de organizar la fiesta del Apóstol durante todo el siglo XVI y parte del XVII pero, al mismo tiempo, supuso un golpe indirecto al culto a Santiago al concentrar la mayor parte de sus esfuerzos en la organización de las procesiones y festejos del domingo de Pascua.

Por desgracia, a pesar de la titularidad de Santiago la iglesia no pudo mantener la importancia del culto jacobeo en la ciudad tras el Concilio de Trento, con el que la tradición y una onda de reacción inundó el arte e impuso un culto oficial y una iconografía claramente ortodoxa que excluía tanto al Santo peregrino como al matamoros. Paralelamente las nuevas corrientes críticas que llegaron a Roma de la mano de García de Loaysa y fueron adoptadas por Baronio, el teólogo más influyente de la Roma de comienzos del siglo XVII, ofreciendo una nueva lectura que, en su purismo “evangélico”, negaba la predicación de Santiago en tierras de España.

No obstante, hasta su venta en el siglo XIX la iglesia española continuó defendiendo la devoción jacobea junto a nuevas devociones “nacionales”, como la Virgen del Pilar. [RVS]


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