Este itinerario se forma a partir del siglo VII como vía de comunicación entre los ducados longobardos del norte Italia, los del Centro, Roma y los del sur. Los longobardos utilizan viejas calzadas romanas, unidas por nuevos tramos apoyados en abadías de fundación real. Con la victoria de los francos esa vía se conecta con Francia a través de dos valles alpinos: el valle de Susa, con los puertos de Monginevro y Moncenisio, y el valle de Aosta, con el puerto del Gran San Bernardo. El primer documento que la describe detalladamente se debe a Sigerico (s. X), obispo de Canterbury, Inglaterra, en su viaje de regreso de Roma a su sede episcopal. Su descripción define hasta los Alpes la que más tarde se llamó vía Francígena, por considerarse generada en Francia. Otros nombres que encontramos en los documentos son Iter sancti Petri o vía romea.
Así como tiene varios nombres, tiene muchas variantes determinadas por la consolidación de importantes ciudades como Bolonia o Florencia que atrajeron a partir del siglo XIII el flujo de los romeos, o causadas por la formación de nuevos cultos como los de Asís y Loreto que desviaron del itinerario principal a muchos peregrinos.
En la actualidad se considera Francígena la vía descrita por Sigerico hasta los Alpes. Es decir la vía que toca, de sur a norte, Sutri, Viterbo, Siena, San Gimignano, Altopascio, Lucca Sarzana, Pontremoli Fidenza, Piacenza y Vercelli. Desde Vercelli un ramal se dirige al valle de Aosta poniéndola en contacto con los caminos del norte de Europa y otro por Torino al valle de Susa, que la conecta a Francia y a los caminos compostelanos.
Una de las características fundamentales de la Francígena es que no es sólo vía romea, es decir de los peregrinos que iban ad limina sancti Petri, sino vía jerosolimitana, para los que iban a los puertos de Apulia para embarcarse hacia Jerusalén, vía micaelica, para los devotos de San Miguel Arcangel, cuyo principal centro de culto se encontraba en el sur de Italia, vía compostelana para los italianos que se insertaban en ella para llegar a los Alpes o a los itinerarios de la costa ligur para ir a Santiago.
Sucesivamente llegó a ser utilizada en parte también como vía franciscana y lauretana con la afirmación de estos cultos.
Según Bartolomeo Fontana, parte de la vía Francígena constituía el “vero camino dritto de san Giacopo”, es decir, el itinerario más directo de los italianos para ir a Santiago.
Una vía de extraordinaria riqueza artística y paisajista que de nuevo, cada vez más, se está convirtiendo en camino de peregrinación, con sus guías para peregrinos, estructuras de acogida y señalización. Su carácter de ruta utilizada en todas las direcciones por peregrinos romeos, compostelanos, jerosolimitanos, micaélicos, franciscanos y lauretanos, hacen de ella un tramo fundamental del gran itinerario de peregrinación que unía y que está volviendo a unir Santiago, Roma y Jerusalén. [PC]