Molusco bivalvo que vive en las costas de diferentes mares del mundo, entre ellos el Atlántico y el Cantábrico. Aunque el idioma castellano prefiere la voz gallega vieira para referirse a este molusco y su concha, el símbolo jacobeo más difundido, también se cita con la denominación de ‘venera’. Lo habitual es que se aluda a la concha superior como venera sólo en un contexto jacobeo. Este término castellano proviene del latín veneria (concha marítima), que a su vez se vincula con Venus, la diosa romana del amor y la belleza, representada surgiendo del mar sobre una concha de vieira.
Además del nombre de vieira, se conoce en distintos idiomas con referencia a la temática jacobea, como common scallop, en inglés; coquille Saint-Jacques, francés; beira handia, en euskera y petxina de pelegri, en catalán. En la actualidad, se utiliza como marca del Camino de Santiago en la señalética internacional.
En el Códice Calixtino (s. XII) se le atribuyen poderes taumatúrgicos. Se señala así, en uno de los milagros de Santiago, que “corriendo el año mil ciento seis de la encarnación del Señor, a cierto caballero en tierras de Apulia se le hinchó la garganta como un odre lleno de aire. Y como no hallase en ningún médico remedio que le sanase, confiado en Santiago apóstol dijo que si pudiese hallar alguna concha de las que suelen llevar consigo los peregrinos que regresan de Santiago y tocase con ella su garganta enferma, tendría remedio inmediato. Y habiéndole encontrado en casa cierto peregrino vecino suyo, tocó su garganta y sanó, y marchó luego al sepulcro del Apóstol en Galicia”.
Las conchas son descritas también en el propio Códice como “unos mariscos en el mar próximo a Santiago, a los que el vulgo llama vieiras, que tienen dos corazas, una por cada lado, entre las cuales, como entre dos tejuelas, se oculta un molusco parecido a una ostra. Tales conchas están labradas como los dedos de la mano y las llaman los provenzales nidulas y los franceses crusillas, y al regresar los peregrinos del santuario de Santiago las prenden en las capas para gloria del Apóstol, y en recuerdo de él y señal de tan largo viaje, las traen a su morada con gran regocijo. La especie de corazas con que el marisco se defiende, significan los dos preceptos de la caridad, con que quien debidamente los lleva debe defenderse, esto es: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo”.
En el Diccionario de los símbolos de Jean Chevalier, sobre Venus se dice que para los sumerios es la diosa que muestra el camino de las estrellas, diosa del amor y de la voluptuosidad, pero también de la guerra; hija de la Luna y hermana del Sol. Se muestra al amanecer y en el crepúsculo. Partiendo de esta concepción, desde muy antiguo era costumbre en determinadas zonas llevar sobre las ropas una concha de vieira, con finalidad protectora y de servicio. También los soldados cartagineses y romanos tenían esta costumbre.
Venus nace de la espuma, según consta en la Theogonia, con que hierve el mar en torno a los despojos de Urano, mutilado por Cronos. Aparece en el vaso de Olinto, surgiendo de las entreabiertas valvas de su concha, entre Hermes y Poseidón. Varrón relata la navegación de Venus, hija del Fuego y del Agua, en la venera, rumbo a Citerea.
Los defensores de la teoría esotérica en el Camino de Santiago creen en su significado sexual y en la posibilidad de que represente la “pata de oca” (Jakin era el “maestro Oca”).
Originalmente, también la concha de vieira simboliza la fecundidad en el mundo pagano. Venus constituye el nacimiento tanto biológico como iniciático, la muerte de una vida y el renacimiento en otra distinta y mejor. La concha se une así al agua para el bautismo, símbolo purificador para los cristianos y de una joven vida, la vida en la fe.
En cualquier caso, la costumbre de llevar conchas prendidas venía de antiguo, ya que era símbolo de Venus, diosa del amor y de la belleza, y amuleto contra el mal de ojo. Además, la concha era un perfecto vaso natural, que debió de ser usado desde antiguo por los viajeros.
Algunos autores apuntan a que las estrías de la concha de vieira simbolizan los caminos que desde toda Europa confluyen en Compostela. Con el auge del Camino de Santiago, esta concha constituyó un signo de identificación de los peregrinos. Así, consta que muchos de ellos de procedencia centroeuropea e incluso escandinava, se hacían enterrar con ella, como símbolo de protección tras la muerte, por haber recibido el perdón en Santiago de Compostela. Está considerada, en este sentido, uno de los atributos del peregrino jacobeo, con el zurrón y el bordón. Los tres elementos eran algo más que necesarios objetos materiales. Trascendían al ámbito espiritual del peregrino.
Así, en numerosos enterramientos hallados en Dinamarca y otros países, se distingue a los que peregrinaron en vida por portar sobre el cuerpo inerte la concha de vieira con dos perforaciones, necesarias para sujetarlas al cuello cuando realizaban el camino, tanto por su utilidad como por símbolo de distinción. Añade Arribas Briones que las que aparecen por Europa en sepulcros obedecen a que se enterraban con ellas para ser identificados en el más allá como peregrinos y que así intercediese Santiago por ellos.
Las conchas también se convirtieron en “el gran souvenir medieval”. Además de ser comercializadas a la llegada de la ciudad, en el popular barrio de Os Concheiros, consta que ya existían puestos de venta en diversos puntos del Camino, como un anticipo al viajero. Se vendían también en la plaza de la puerta del Paraíso, que sería la simbólica y amable prueba de la peregrinación cumplida y el mejor y más entrañable amuleto para afrontar con decisión el también difícil camino de vuelta. El ala del sombrero, sobre todo, el morral y, a veces, la capa eran el lugar habitual de ubicación de la concha, que también se utilizaba como un utensilio para beber.
Francisco Singul apunta que “la concha de este marisco, muy usado en la cocina gallega y compostelana, de la que es uno de los símbolos gastronómicos, se encontraba en las costas de Galicia, frente a las que, según las creencias del mundo antiguo, se encontraba el fin de la tierra, el fin del mundo”. Los peregrinos le atribuían un poder curativo y milagroso derivado, a su vez, del poder que le estimaban al Apóstol.
La fuente más remota sobre la vieira como símbolo jacobeo se encuentra en el Códice Calixtino, donde se ofrece la versión más antigua conocida (s. XII) sobre la simbología jacobea de la vieira. En concreto, se señala en el sermón Veneranda dies que en cuanto los peregrinos que se dirigen a Jerusalén llevan con ellos palmas, como símbolo de triunfo, los que van a Compostela se distinguen por las conchas de vieira cosidas en sus ropas, como símbolo, en este caso, de las buenas obras en honra de Santiago. La manera en que los romeros medievales adquirían este apreciado recuerdo aparece también explicada en el Códice: se vendía sobre todo frente al portal norte de la catedral compostelana -actual Acibechería- y motivaba un floreciente comercio. Tal era el poder y presencia de este símbolo en Compostela, que los santiagueses acabaron por denominar popularmente a los peregrinos como concheiros o cuncheiros.
La concha fue también símbolo de la Orden de Santiago, sobre todo antes de la aparición de la cruz-espada. Los caballeros de Santiago llevaban la concha como emblema, junto con la espada.
La concha de vieira no sólo se convirtió en el símbolo jacobeo más famoso, sino también en el más reproducido por la arte, junto con la imagen del propio apóstol Santiago.
Una de las leyendas jacobeas lleva el origen de la vieira como símbolo jacobeo al momento de la traslación del cuerpo del Apóstol en barco desde Jaffa a Padrón. Mientras pasa la barca apostólica ante la costa de Portugal, se celebra una boda, con un torneo de armas. Uno de los caballeros es arrastrado al mar por su desbocado corcel, de donde se salva milagrosamente y salen “o caballo, e a sella, e o peitoral, e as estribeiras, e a allamfa, e os panos... todos cheos de vieiras”. En este milagro basan sus blasones los Vieira portugueses y los Rivadeneira gallegos, que se consideran descendientes de aquel caballero justador que protagonizó el suceso, a pesar del anacronismo existente entre la traslación de la barca apostólica y los torneos a caballo.
No sólo esas estirpes lucen veneras en sus escudos. Son muchos los linajes españoles, ingleses, franceses y de otros países cuyos cuarteles exhiben conchas de vieira. Tanto en la corte de San Jaime, como en la aristocracia inglesa, existen blasones con conchas de Santiago. Por nombrar algunos ejemplos, aparecen en las armas de los Shelley, los Spencer, los Russell, etc. [IM]