XacopediaSantiago, Orden de los Caballeros de

Orden religiosa y militar nacida en el siglo XII en el Reino de León. Lleva el nombre del patrón de España, Santiago el Mayor, y su finalidad era proteger a los peregrinos del Camino de Santiago y, sobre todo, hacer retroceder a los musulmanes de la península.
Surgió tras la unión de varios caballeros del reino en torno a un común deseo de formar una congregación que defendiera a los peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela y que, a la vez, custodiara la frontera con los territorios ya ocupados por los musulmanes. Se cree que el núcleo fundacional pudo ser un grupo de trece caballeros, llamados “Fratres de Cáceres”, nacido hacia 1170. El papa Alejandro III dio su aprobación pontificia en 1175, año oficial de creación de la orden. Su primer Maestre fue Pedro Fernández.
Fue una de las grandes órdenes militares y la más internacional y poderosa del reino castellano-leonés. Junto con la Iglesia compostelana, la orden militar de Santiago se convirtió, durante varios siglos, en una organización clave para entender el desarrollo e influencia alcanzados por el movimiento santiaguista en gran parte de España.
El nombre asociado al apóstol Santiago, a quien se encomendaban los caballeros cristianos antes de entrar en batalla, demuestra la vocación militar que alimentó el origen de la orden. Desde su fundación, inspira a los caballeros santiaguistas la exigencia de combatir a los enemigos de la fe cristiana, con una plena aceptación de la Escritura y con público desprecio hacia la vida mundana. A pesar de esta vocación militar, los integrantes se consideraban frailes, vivían según principios de comunidad religiosa y mantenían una vida de moderación y templanza. La disciplina interna de la Regla, tomada de la Orden de los Agustinos, conminaba a escuchar misa diaria, comunión dominical y ayuno en Cuaresma. Los caballeros admitieron los votos de pobreza y obediencia, aunque no así el de castidad, por lo que pudieron contraer matrimonio.
De acuerdo con el segundo arzobispo de Compostela, Pedro Godoy, el 12 de febrero de 1171, Pedro Fernández y su milicia se consagraron vasallos y caballeros del apóstol Santiago, nombrando al maestre y sus sucesores canónigos de la iglesia compostelana. El arzobispo y los suyos también pasaron a ser frailes de la nueva orden de caballería. Así todos se llamarían en lo sucesivo “caballeros de Santiago” y así los nombraría el papa en su bula.
Todavía se conserva un cuadro de grandes proporciones que representa el momento en que Pedro Fernández, acompañado de los primeros caballeros vistiendo sus capas blancas con la cruz roja de Santiago como emblema de la orden, presenta al papa Alejandro la regla para su confirmación.
La Orden de Santiago siguió un plan militar de reconquista y repoblación de los territorios ocupados por la invasión árabe. La relación con los monarcas de León y Castilla se estrechó en sucesivas participaciones bélicas contra los musulmanes, de lo que resultarán donaciones de villa, castillos y tierras que mantuvo la orden bajo su organización y custodia.
El gobierno de esta comunidad correspondía al Gran Maestre. Esta figura legislaba sobre los caballeros a partir de tres fuentes: la Regla, que expresaba el régimen disciplinario de los integrantes; los Establecimientos, que regían los apartados administrativos de la orden, y las Leyes Capitulares, que detallaban las instrucciones de gobierno y administración de los vasallos y pueblos recibidos. Tras la muerte del Gran Maestre Alonso de Cárdenas en 1493, los Reyes Católicos incorporaron la orden a la Corona de España y el papa Adriano VI unió para siempre el maestrazgo de Santiago a la Corona en 1523.
Así, la orden pasó a recibir, en alguno de sus emplazamientos, fondos procedentes del Voto de Santiago. Como ejemplo, se puede mencionar que la mitad del Voto de Zamora era destinado a la propia Orden de Santiago. De esta forma seguía siendo la más poderosa y contaba con grandes posesiones por toda la península, con 94 encargos, según Cabrillana Ciézar, y un gran número de vasallos, produciendo, además, sesenta mil ducados a anuales de renta.
San Marcos de León inicia la actividad como albergue de peregrinos en 1442, bajo la Orden de Santiago, que tenía aquí su casa referencial. Entre Carrión de los Condes y Sahagún se situaba el hospital de peregrinos de Santa María de las Tiendas, después de Calzadilla de la Cueza (1190), que en el siglo XVII pasó a depender de Villalcázar de Sirga. El hospital de Villamartín, fundado por Tello Pérez de Meneses, atendía a pobres y leprosos. En Loio, el hospital fue donado al arzobispado de Santiago por la propia orden, como resultado de un intercambio de bienes mediante un acuerdo fue firmado en 1254 por Juan Arias arzobispo de Santiago y el Maestre de la orden, Payo Pires Correia. A cambio de Loio, la orden recibió Mérida y varios hospitales en Aquitania, así como los de Toledo, de Talavera, de Teruel y de Cuenca.
Otro elemento importante de la infraestructura de la Orden de Santiago fueron los conventos, tanto los masculinos como los femeninos. Además de los conventos para frailes de Uclés y de San Marcos de León, tuvo otros en León, Palmella (Portugal), Montánchez (Cáceres), Montalbán (Aragón) y Segura de la Sierra (Jaén).
En 1275 la comunidad también contaba con seis conventos de monjas, que se denominaban comendadoras. En ellos se podían alojar las mujeres y familiares de los frailes, cuando estos iban a la guerra o morían. Las freilas sólo profesaban castidad conyugal, pero no perpetua, por ello podían salirse del convento y casarse. Los conventos mencionados son: Santa Eufemia de Cozuelos (Palencia), fundado en 1502; Sancti Spiritus de Salamanca, concedido en 1233; San Vicente de Junqueras (Barcelona), fundado en 1212; San Pedro de la Piedra (1260), en Lérida; Santos-o-Velho (1194), en Lisboa, y la Destiana, en León. Posteriores a estas fechas son los conventos de Membrilla (Ciudad Real) y las Comendadoras de Madrid (1650).
Entre los requisitos para el ingreso en la Orden de Santiago figuran los siguientes: “El pretendiente que desee ingresar en ella probará en sus cuatro primeros apellidos ser hijodalgo de sangre a fuero de España y no hijodalgo de privilegio, cuya prueba ha de referirse asimismo a su padre, madre, abuelos y abuelas. Probará de la misma manera que ni él, ni sus padres, ni sus abuelos han ejercido oficios manuales ni industriales. Tampoco se puede conceder hábito a persona que tenga raza ni mezcla de judío, moro, hereje, converso ni villano, por remoto que sea, ni el que haya sido o descienda de penitenciado por actos contra la fe católica, ni el que haya sido o sus padres o abuelos procuradores, prestamistas, escribanos públicos, mercaderes al por menor, o haya tenido oficios por el que hayan vivido o vivan de su esfuerzo manual, ni el que haya sido infamado, ni el que haya faltado a las leyes del honor o ejecutado cualquier acto impropio de un perfecto caballero, ni el que carezca de medios decorosos con los que atender a su subsistencia.”
El traje de ceremonia de los santiaguistas consiste en una capa blanca con una cruz roja en forma de espada, haciendo flor de lis en la empuñadura y en los brazos. En cuanto al vestuario, se conserva un documento que lo describe: “Los caballeros no pueden vestir ni traer ropas de colores salvo prietos ni pardos e blancas nin enforros de mantas, grises o armiños, ni qamarras, ni pueden traer collares, cadenas e guarniqiones de oro e plata e otras cosas semejantes.”
Los caballeros de la hermandad utilizan con profusión la simbología santiaguista en su atuendo y en sus armas, que se convierte en una reconocida señal prestigio e influencia. Destaca, sobre todo, la popular cruz de Santiago, una exitosa simbiosis gráfica de la cruz y la espada, del idealismo espiritual y la disposición a defenderlo y hasta extenderlo, al surgir del cristianismo, la religión verdadera y única.
La insignia es una cruz gules simulando una espada, con forma de flor de lis en la empuñadura y en los brazos. Los caballeros portaban la cruz estampada en el estandarte y capa blanca. La del estandarte tenía una venera en el centro y otra al final de cada uno de los brazos.
Las tres flores de lis representan el honor sin mancha, que hace referencia a los rasgos morales del carácter del Apóstol. La espada supone el carácter caballeresco del apóstol Santiago y su forma de martirio, ya que fue decapitado con una espada. También puede simbolizar, en cierto sentido, tomar la espada en nombre de Cristo. Se dice que su forma tiene origen en la época de las Cruzadas, cuando los caballeros llevaban pequeñas cruces con la parte inferior afilada para clavarlas en el suelo y realizar sus devociones diarias.
Pelayo Pérez de Correa fue el Maestre que mayor esplendor dio a esta institución, incluso hizo decidir a Fernando III el Santo para sitiar Sevilla. En la entrada triunfal de los cristianos en esta ciudad, el primer estandarte que ondeó en sus muros fue el de Santiago, que estaba bendecido por el papa y que, según una descripción del siglo XVII, era de dos puntas y de dos varas de ancho por 5,5 de caída; estaba confeccionado en damasco rojo, con el Apóstol caballero en un caballo blanco, figurando un guerrero a la gineta; una cruz grande con cuatro brazos iguales que remataban en forma de flor de lis, estas de color blanco, y con cuatro veneras de oro sobrepuestas en los ángulos; en el reverso se reproducía el mismo dibujo. [IM]
V. orden militar / orden religiosa


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