Villa de 15.000 habitantes (10 m) perteneciente al municipio homónimo, provincia de A Coruña. Está situada a orillas de la ría a la que da nombre. A Noia llegaban peregrinos por mar para dirigirse desde allí hasta el sepulcro que guarda los restos del apóstol Santiago. Por su proximidad a la ciudad de Santiago, a 37 kilómetros de distancia, está considerada como el puerto de Compostela.
A partir del siglo XIII, el viaje marítimo floreció con la expansión de la economía en Europa. Los peregrinos escandinavos, flamencos, escoceses, irlandeses y, sobre todo, los ingleses aprovechaban los viajes comerciales o de barcos de mercancías para viajar a los puertos gallegos de A Coruña, Ferrol, Ribadeo, Viveiro, Noia o Muros y, desde allí, iniciar su peregrinación a Compostela para venerar la tumba del apóstol Santiago. Ya en el capítulo XVII del libro I del Códice Calixtino se cita, entre los muchos peregrinos que llegaban a Santiago, a los “normandos, escoceses, irlandeses [...], los ingleses, los bretones, los de Cornualles, los flamencos, los frisones...”.
Según la leyenda, el topónimo procede de Noela, supuesta hija o nieta de Noé, que llegó a estas tierras en la barca construida por este patriarca bíblico después del diluvio universal. En el escudo de la villa de Noia se dispone el arca navegando sobre las aguas y, sobre la nave, la paloma que porta en su pico una rama de olivo como señal de que encontró la tierra y la maldición había terminado. Afirma Manuel Murguía que “quiere la tradición que Noia fuese poblada por Noé ni más ni menos que la ciudad de Noyon en Francia […]. Conforme con esta tradición, o mejor aún con arreglo a ella [se realizó] el escudo de armas de la villa […]. Así se ve en el arco de la puerta del Hospicio [hoy trasladado al interior de la casa consistorial], y es la más antigua representación que de dichas armas conocemos”.
La milagrosa llegada del arca a tierras de Noia se ha llegado a comparar a veces con la translatio de los restos del apóstol Santiago por sus discípulos desde el puerto de Jaffa hasta el de Iria, también considerado por algunos como el otro antiguo puerto de Compostela.
Aunque restos como el dolmen de Argalo parecen remontar los orígenes de la presencia del hombre, como poblador de estas tierras, a tres mil años antes del nacimiento de Cristo y se conservan también huellas de su remoto pasado en castros como el de A Barquiña, la villa de Noia vivió su época de esplendor durante la Edad Media.
El emblemático puente medieval situado en A Ponte Nafonso fue mandado construir inicialmente por el rey Alfonso II el Casto (791-842) que, cuando el obispo Teodomiro le comunicó la noticia del hallazgo de los restos de Santiago y de sus discípulos Teodoro y Atanasio, impulsó las peregrinaciones a Compostela y trató de reclutar la figura del Apóstol para la causa de la Reconquista. Sin embargo, parece que debe su nombre al rey Alfonso IX (1188-1230), que propició su reconstrucción.
Otras construcciones medievales importantes fueron el hospital del Sancti Spiritus para pernoctar los peregrinos y un lazareto para atender a los enfermos. La hospitalidad con los que viajaban a Santiago para postrarse ante la tumba apostólica queda reflejada también en la advocación de la iglesia de San Martiño, cuyo patrón representa mejor que nadie la caridad que impregna el espíritu del Camino de Santiago, ya que rasgó con su espada su capa de soldado para compartirla con un pobre y esa misma noche se le apareció en sueños el propio Jesucristo, cobijado bajo el trozo de capa que le había regalado al necesitado. El Códice Calixtino recordaba que “los peregrinos, tanto pobres como ricos, han de ser caritativamente recibidos y venerados por todas las gentes cuando van o vienen de Santiago. Pues quienquiera que los reciba y diligentemente los hospede, no sólo tendrá como huésped a Santiago, sino también al Señor”.
Por otra parte, en el hermoso pórtico de esta iglesia de San Martiño, aparece la figura del apóstol Santiago, ataviado con el bordón de peregrino, rodeado de los otros once integranes del en el colegio apostólico. En el interior hay una imagen de Santiago peregrino. La iglesia fue mandada reedificar en el pontificado del arzobispo Lope de Mendoza (1400-1445), cuando se instituyó la celebración de los años jubilares a partir de 1434, el que pudo ser el primer año santo compostelano de la historia, según López Alsina.
El arzobispo compostelano Berenguel de Landoria (1317-1330) hubo de refugiarse en Noia ante los disturbios surgidos contra él en Santiago. En prueba de agradecimiento a la villa, edificó y consagró en 1325 la iglesia de Santa María a Nova. En su pórtico está representada la escena de la Adoración de los Reyes Magos, que se repite en otros templos del Camino de Santiago por ser considerados por muchos como los primeros peregrinos que van a un lugar santo después del nacimiento de Cristo. Podemos encontrarla, por ejemplo, en la portada de la iglesia compostelana de San Fiz de Solivio, situada en pleno Locus Sancti Iacobi. En la Epifanía de Santa María a Nova aparece también entre los adoradores del niño Jesús, el arzobispo Berenguel.
Anexo a la iglesia, se construyó el cementerio. Sobre el templete exterior allí situado pesa la leyenda de que fue mandado construir por un caballero de la Orden del Temple, tan relacionada con el fenómeno de la peregrinación. Se cuenta, además, que rellenó parte del camposanto con tierra procedente de Jerusalén, de los lugares en los que Jesucristo nació, vivió y sufrió su pasión y muerte, y en los que también predicaría Santiago.
En la actualidad se conserva en el templo una magnífica colección de lápidas o laudas medievales, en las que se solía representar el gremio al que pertenecía el difunto. Una de estas lápidas, que podía datarse en el último tercio del siglo XV, tiene esculpida la figura de un peregrino, con sombrero de ala ancha, que apenas tapa una larga melena que le llega hasta los hombros, el bordón en su mano derecha y el Libro de los Apóstoles en la izquierda; la túnica cubre su cuerpo hasta los pies y está adornada con conchas de vieira. Aunque algunos creyeron que podía tratarse de un peregrino anónimo, las herramientas labradas a sus pies -un hacha, una azuela, una escuadra y un compás- hacen pensar que pueden referirse al oficio que el difunto desempeñaba. La representación del peregrino tal vez se deba a que pertenecía a la Cofradía del Sancti Spiritus, tan ligada a la hospitalidad en los Caminos de Santiago, o a que había mandado incluir esta imagen por la devoción al Apóstol, o por la importante vinculación existente entre la villa y la mitra compostelana.
A pesar de que por la villa no pasa ninguna de las rutas del Camino de Santiago, Noia tuvo siempre una importante relación con el fenómeno jacobeo. En el siglo XVI, se construyeron el convento y la iglesia de San Francisco que, como todos los de la orden, prestaba atención y albergue a los devotos que se dirigían a Compostela para venerar la tumba apostólica.
La iglesia se conserva en la actualidad y en el emplazamiento del viejo claustro del convento se levantó en el siglo XX la casa consistorial. La puerta de entrada al salón de sesiones procede del antiguo hospital de peregrinos. [JS]