XacopediaLibro de los milagros de Santiago.

Libro segundo del Códice Calixtino (s. XII) en el que se describen actuaciones de carácter sobrenatural en las que interviene el apóstol Santiago; algunas de ellas contienen moraleja para los peregrinos.

En la introducción, que el propio texto atribuye del papa Calixto, se señala que “al recorrer tierras extranjeras conocí algunos de los milagros obrados por el apóstol Santiago y los seleccioné para esta escritura”. Suceden en distintos ámbitos geográficos europeos y sus beneficiarios son también de muy variada procedencia. Se difunde así la idea de un Santiago intercesor de fronteras, en consonancia con un santuario que buscaba y recibía peregrinos de casi todo el orbe cristiano medieval. Ofrecemos un resumen de los 22 milagros que se narran, repartidos en otros tantos capítulos del Calixtinus.

Milagro de Santiago escrito por el papa Calixto.

En tiempos del rey Alfonso, en tierras de España crecía el furor contra los sarracenos y una tropa capitaneada por el conde Ermengol, que resultó vencida en la contienda y cautiva en Zaragoza, imploró al apóstol Santiago. Este apareció, liberó a los veinte hombres y los acompañó hasta un castillo, donde subió a los cielos.

Ejemplo de Santiago escrito por San Beda, presbítero y doctor.

En tiempos de Teodomiro, obispo de Compostela, hubo un italiano que confesó una grave fechoría. El párroco lo envió al sepulcro de Santiago con una esquela donde estaba escrito su pecado y ordenó que implorase al Santo Apóstol. El día de Santiago, el obispo encontró la esquela bajo el paño del altar, preguntó quién la había colocado y el italiano confesó su culpa. Teo-domiro abrió la esquela y nada halló en ella, por lo que había alcanzado el perdón de Dios por los méritos del Apóstol.

Milagro de Santiago escrito por el papa Calixto.

En el año 1108, en tierras de Francia, un hombre decidió acudir al sepulcro de Santiago para pedir descendencia. Regresó a casa y al cumplirse los meses, su mujer tuvo un hijo al que pusieron el nombre del Apóstol. Cuando cumplió 15 años, emprendió camino a Compostela con su familia y llegando a los montes llamados de Oca falleció. Su madre imploró a Santiago y, cuando lo llevaban a la sepultura, el muchacho se despertó. Obró el milagro y Santiago volvió un muerto a la vida.

Ejemplo de Santiago escrito por el maestro Huberto, piadosísimo canónigo de la iglesia de Santa María Magdalena de Besançon, cuya alma descanse en paz sempiterna. Así sea.

Treinta caballeros de tierras de Lorena, Francia, decidieron visitar el sepulcro de Santiago en el año 1080. Todos acordaron guardarse fidelidad menos uno. Al llegar a Gascuña, uno de ellos cayó enfermo y sus compañeros lo llevaron durante quince días hasta los puertos de Cize, donde lo abandonaron. El que no había dado palabra dio entonces prueba de lealtad y se encargó de él, hasta que falleció. Pidió protección a Santiago, que se le presentó como soldado a caballo, para ayudar a enterrarlo y recorrieron juntos en una noche la distancia de doce días de camino, desde los puertos de Cize, en los Pirineos. Después de darle sepultura en el compostelano Monte do Gozo, Santiago le explicó al hombre que se encontraría con sus compañeros en León, a quienes debía comunicarles que al Apóstol le desagradaba la falta de fidelidad con el amigo. La leyenda sostiene que la sepultura del peregrino permaneció mucho tiempo en una capilla a la entrada del Camino Francés en Santiago. Este es uno de los milagros más famosos del Calixtinus.

Ejemplo de Santiago escrito por el papa Calixto.

Peregrinos alemanes con abundantes riquezas llegaron a la ciudad francesa de Tolosa en el año 1090 y durante el hospedaje los hicieron embriagarse para robarles. El posadero metió a escondidas una copa de plata en el zurrón de uno de los huéspedes y, por la mañana, salió tras ellos con gente armada. Incriminaron al hijo de uno de ellos, que fue colgado. Siguieron el Camino y, a su regreso, pasados treinta y seis días, el padre se detuvo junto al cuerpo de su hijo, con quien mantuvo una conversación en la que hizo referencia a que Santiago lo consoló durante ese tiempo. Se acercó la gente del pueblo para ver el milagro y al posadero lo colgaron enseguida por su avaricia.

Este es uno de los milagros más difundidos y conocidos del mundo jacobeo y dio lugar al del gallo y la gallina, que sucede en Santo Domingo de la Calzada, donde el intercesor en Santo Domingo. El del ahorcado es también el milagro más representado en la iconografía jacobea europea.

Ejemplo de Santiago escrito por el papa Calixto.

En el año 1100 en el principado del conde Guillermo de Poitou, una familia decidió huir hacia Santiago para evitar la peste mortífera que invadía el pueblo. Al llegar a Pamplona falleció la mujer y el hombre tuvo que seguir el Camino con sus dos niños de la mano, pues el hostelero se había apropiado de todos sus recursos. Se encontraron con un señor que les ofreció su asno, con tal de que se lo devolviese al llegar a Santiago. En Compostela se le apareció el Apóstol, que era el mismo que le había prestado el asno en Pamplona. Le dejó el asno para el regreso y le indicó que el hostelero tendría mala suerte, al igual que todos los hosteleros injustos que coincidían en el Camino, que serían condenados para siempre. Al llegar a Pamplona, el hostelero había muerto y, cuando llegó a casa, el asno se desvaneció de su vista.

Milagro de Santiago escrito por el papa Calixto.

En el año 1101, cuando el marino Frisono conducía una nave de peregrinos hacia el sepulcro del Señor en Jerusalén, fue atacado por un sarraceno llamado Avito Maimón, que pretendía llevarse cautivos a la tierra de los moabitas a todos los peregrinos. Durante la contienda, Frisono, vestido con loriga de hierro, casco y escudo, cayó al fondo del mar y empezó a invocar a Santiago, quien le tomó la mano y lo devolvió a la nave. La embarcación de los sarracenos se envolvió en una tormenta, mientras que la otra fue guiada hacia su destino a Jerusalén. Ese mismo año Frisono visitó el sepulcro de Santiago.

Milagro de Santiago expuesto por el papa Calixto.

En el año 1102 un prelado que regresaba de Jerusalén, sentado en la nave junto a la borda mientras cantaba con el salterio abierto, fue arrastrado con otros pasajeros por una ola de mar. Invocaron a Santiago, que se presentó para detener la embarcación y ordenó al mar que devolviese a los que había arrebatado injustamente.

Milagro de Santiago expuesto por el papa Calixto.

En el año 1103 un caballero de linaje francés famosísimo en Tabaria, en tierras de Jerusalén, hizo voto de ir al sepulcro del apóstol Santiago si este le daba fuerzas para luchar contra los turcos en la guerra. Venció a todos los sarracenos que con él combatieron, pero luego se olvidó de cumplir lo que había ofrecido, así que cayó enfermo de muerte, pero Santiago se apareció a su escudero diciéndole que si el caballero cumplía su promesa se salvaría. El noble emprendió el viaje y, cuando estaba embarcado, una terrible tempestad puso la nave en peligro. Hicieron una colecta y pidieron ayuda a Santiago, quien se personó para bajar las cuerdas de la vela, echar anclas, calmar la nave y apaciguar el mar. Desapareció y los peregrinos llegaron al puerto deseado, en Apulia. Por fin el caballero llegó a la basílica de Santiago y echó en el arca del santo la colecta realizada con las aportaciones de los peregrinos que habían estado en peligro.

Milagro de Santiago expuesto por el papa Calixto.

En el año 1104 un peregrino que regresaba de Jerusalén, mientras venía sentado sobre la borda de la nave para defecar, cayó de allí a los abismos del mar. Imploró el auxilio de Santiago y otro compañero le tiró al agua su escudo. Recogió el escudo y fue conducido por el Apóstol, nadando a través de las aguas del mar tres días con tres noches siguiendo la pista de la nave, hasta que llegó al puerto deseado y contó a sus compañeros como Santiago le había sostenido con su mano por el cogote.

Milagro de Santiago expuesto por el papa Calixto.

En el año 1105 un hombre llamado Bernardo fue preso por sus enemigos en el castillo de Corzano, Diócesis de Módena, Italia, atado con cadenas y arrojado a lo profundo de una torre. Implorando día y noche los auxilios de Santiago, se le apareció el Apóstol y le dijo: “Ven y sígueme hasta Galicia”. Rompió sus cadenas y desapareció. El peregrino, con las argollas colgadas al cuello, subió hasta la cima de la torre y dio un salto afuera hasta el suelo, sin lesión alguna.

Milagro de Santiago expuesto por el papa Calixto.

En el año 1106 a un caballero de tierras de Apulia, Italia, se le hinchó la garganta como un odre lleno de aire. Como no halló en ningún médico remedio que le sanase, confió en el apóstol Santiago, tocó con una concha de peregrino su garganta enferma y logró remedio de inmediato. Después, se marchó al sepulcro del Apóstol en Galicia.

Milagro de Santiago expuesto por el papa Calixto.

En el año 1135 un caballero del Delfinado llamado Dalmacio de Chavannes pegó injustamente con el puño en la mejilla a su colono Raimberto, que contendía con él. Raimberto imploró al Apóstol y el caballero. Quedó postrado en el suelo con un brazo roto. El propio colono, que había sido peregrino de Santiago, y pidió salud al Apóstol, para Dalmacio y este lo devolvió a su estado inicial.

Milagro de Santiago expuesto por el papa Calixto.

En el año 1107 un mercader pidió al señor de una comarca que lo llevase a la feria de su villa y lo trajese sano a casa. El señor, instigado por el demonio, cogió al mercader con sus cosas y lo encerró en una cárcel fuertemente atado. El mercader llamó en auxilio a Santiago, que se le apareció, cuando todavía estaban despiertos los guardianes, y lo condujo a lo alto de la torre, luego la inclinó hasta que la cima tocó tierra y salió libre de ataduras. Llevó las cadenas a la basílica del Santo Apóstol a Galicia y todavía hoy permanecen colgadas ante el altar de Santiago, afirma el Calixtinus.

Ejemplo de Santiago expuesto por el papa Calixto.

En el año 1110 los caballeros de dos ciudades de Italia, enemigas entre sí, trabaron combate. Uno de los vencidos, que solía ir al sepulcro de Santiago, ante el temor de ser apresado o muerto, llamó al Apóstol y le dijo que si lo libraba del peligro que lo amenazaba, iría presuroso a su santuario con su caballo. El Apóstol lo protegió durante más de seis leguas de persecución y el caballero finalmente cumplió su promesa y se presentó a caballo ante el altar, pese a la oposición de los guardianes.

Milagro de Santiago expuesto por San Anselmo, arzobispo de Canterbury.

Tres caballeros de la Diócesis de Lyon y burgo de Donzy, en Francia, se comprometieron a visitar a Santiago Apóstol en tierras de Galicia. En el Camino, se encontraron con una mujer que les pidió si podían llevarle un saquito en el que guardaba lo necesario para sí. Uno de los caballeros accedió, para que la mujer viajase más liviana. Cuando estaban a doce jornadas de Santiago, encontraron un pobre enfermo que les pidió un caballo. El hombre que portaba el saquito de la mujer accedió y caminó con el bordón del enfermo en la otra mano. Entonces, el hombre cayó enfermo y sus compañeros le recomendaron que confesase sus pecados para preparar su fin. Estuvo tres días sin decir palabra. Cuando se recuperó les explicó que los demonios se habían apoderado de él, pero que Santiago había tomado el hatillo de la mujer como escudo de armas y el bordón como lanza para pegarles hasta que huyeron aterrados. El hombre advirtió a sus compañeros de su inminente muerte y así fue.

Gran milagro de Santiago expuesto por San Anselmo, arzobispo de Canterbury.

Cerca de la ciudad de Lyon vivía un joven llamado Giraldo que llevaba una vida casta y acudía todos los años al sepulcro de Santiago para hacer su ofrenda. Una vez tuvo un encuentro con una joven y al día siguiente emprendió viaje a Santiago de Galicia con dos vecinos suyos y un borrico. Se le apareció el diablo, que lo engañó diciéndole que era el Apóstol y que debería cortarse los genitales para su salvación. El peregrino obedeció y se traspasó el vientre mientras sus compañeros dormían. Cuando despertaron, estaba todo ensangrentado y moribundo, por lo que salieron atemorizados y lo dejaron allí. Cuando los vecinos del lugar se disponían a entierrarlo, el muerto volvió en sí y se sentó en el lecho fúnebre. Les contó que el diablo lo había engañado y la recuperación realizada por el propio Apóstol, quien lo acompañó primero a Roma y luego a Santiago, donde encontró a sus compañeros con los que volvió a su tierra y contaron lo ocurrido, mostrando incluso las cicatrices.

Milagro de Santiago escrito por el papa Calixto.

Un conde de San Gil, Francia, llamado Poncio fue con un hermano suyo a Santiago en peregrinación; cuando llegaron a la iglesia quisieron entrar en el oratorio donde yace el cuerpo del Apóstol que se encontraba. Insistieron al sacristán para que lo abriese, pero se negó. Volvieron a la hospedería y convencieron a 200 peregrinos para entrar juntos en el sepulcro, prepararon antorchas y le suplicaron al Apóstol que abriese el oratorio para hacer la vigilia. Las puertas se abrieron y consiguieron acceder al lugar.

Milagro de Santiago expuesto por el papa Calixto.

Un hombre llamado Esteban, dotado de virtudes divinas, dimitió de su obispado por amor a Santiago y, llegado de Grecia, le concedieron un lugar dentro de la basílica del Santo Apóstol donde instalaron una choza construida con juncos, para que pudiese ver el altar y seguir su vida célibe y santísima. Un día, unos aldeanos rogaron al Apóstol llamándole caballero y él les explicó que Santiago era pescador y no caballero. Entonces se le apareció Santiago con ropajes y armas para decirle que militaba al servicio de Dios en la lucha contra los sarracenos y que al día siguiente abriría las nueve puertas de la ciudad de Coimbra, Portugal, que llevaba siete años asediada, para devolverla a los cristianos. Esteban contó aquello a los clérigos y seglares y, tras comprobar que se produjeron los acontecimientos, afirmó que Santiago daba la victoria a todos los que lo invocaban y luchaban en la milicia por la verdad.

Milagro de Santiago escrito por el papa Calixto.

Entre los condes de Fuente Calcaria, en Francia, y un caballero vasallo suyo llamado Guillermo se suscitó una fuerte contienda. El vasallo quedó prisionero y el conde mandó que lo degollaran. Tras clamar a Santiago Apóstol por tres veces soportó el golpe del verdugo en el cuello inclinado sin que apareciese herida alguna. Intentó entonces atravesarle el vientre con una espada, pero ni siquiera sintió el choque. Admirado el conde, mandó que le encerrasen atado en un castillo. Volvió a implorar a Santiago y este apareció para liberarlo por la puerta trasera. El caballero fue a visitar el cuerpo y la iglesia del Apóstol el día de su translación.

Milagro de Santiago escrito por el papa Calixto.

Un varón de Borgoña llamado Guiberto, que desde los catorce años estaba discapacitado, marchó a Santiago con su mujer y sus criados. Hospedados en el hospital del mismo Apóstol, cerca de la iglesia, fue aconsejado en un sueño que estuviera siempre en oración hasta que Santiago le estirase los miembros encogidos. Pasó dos noches en vela en la basílica del Apóstol y, a la tercera, vino Santiago y tomándole la mano lo puso en pie.

Milagro de Santiago expuesto por el papa Calixto.

En el año 1100 un ciudadano barcelonés vino en peregrinación a la basílica de Santiago y pidió al Apóstol que le librase del cautiverio de sus enemigos si alguna vez caía en él. Volvió a casa y se marchó a Sicilia, por causa de negocios, y fue apresado en el mar por los sarracenos que lo vendieron y compraron trece veces en ferias y mercados. Después de recorrer diversos países, imploró el auxilio de Santiago, que apareció para explicarle que sólo había pedido la liberación del cuerpo y no la salvación del alma, por eso había caído en esos peligros. Quebró una vez más las cadenas y el hombre volvió a su casa liberado de su cautiverio portando un trozo de cadena que ahuyentó a los que intentaron aprisionarle e incluso a manadas de animales. [IM]

V. Codex Calixtinus


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