Ruta de peregrinación jacobea en Cataluña. Recibe en Barcelona a algunos peregrinos procedentes de Grecia, Italia y de las islas de Baleares, Sicilia, Córcega, Cerdeña y Chipre a través del Mediterráneo y, desde la capital de Cataluña, que ya en el siglo IV antes de Cristo realizaba intercambios comerciales por mar, o desde el monasterio benedictino de Santa María de Monserrat, cuya orden se distinguió siempre por prestar alojamiento, atención y cuidado a todos los que viajaban a Santiago, se dirige a Tárrega. En este punto el Camino de San Jaume se bifurca. Unos peregrinos escogen la ruta por Balaguer, Monzón, Huesca y San Juan de la Peña hasta tierras de Jaca, donde se unen a los de la Vía Tolosana del Camino Francés y otros prefieren continuar su viaje por Lleida, desde donde se agregan en Quinto de Ebro a los que llegan por el Camino del Ebro, por su ribera, río arriba, y luego son recibidos en Logroño por los que transitan por el Camino Francés. Así pues, en Logroño, vuelven a hermanarse las dos rutas procedentes de Cataluña. Los peregrinos que van desde Tárrega por el Camino del Ebro recorren 1.090 kilómetros hasta Santiago de Compostela y los que utilizan la alternativa por Jaca caminan 1.130.
Ya en el año 959, el abad Cesáreo de Montserrat peregrinó a Compostela para lograr el apoyo de Sisnando II (952-968), obispo de Santiago, para poder restaurar en su favor la dignidad metropolitana de Tarragona. Además, en 1032, se consagraba el culto a Santiago en el monasterio de Santa María de Ripoll con la veneración de una de sus reliquias en tierras catalanas.
Por estas fechas se levantó también la iglesia monacal románica de San Jaume de Frontanyà, que, posteriormente, a finales del siglo XIII o principios del XIV, como prueba de devoción hacia el santo a cuya advocación se acogía, realizó un retablo dedicado a la vida de Santiago. Hoy se conserva en el Museu Diocesà i Comarcal de Solsona; recogía la escena del milagro del Ahorcado difundido por el Códice Calixtino, el desembarco en el puerto de Iria de los restos mortales del Apóstol y su traslado en un carro arrastrado por bueyes salvajes, milagrosamente amansados, hasta el palacio de la reina Lupa.
Por otra parte, una de las pruebas de la presencia de peregrinos que se diri-gían a Compostela desde Cataluña, ya en el siglo X o en los primeros años del XI, es la existencia de un rito litúrgico de la peregrinación recogido en el códice XLVIII del Misal de Vic, datado en 1038 y conservado en la Biblioteca Capitular de la Catedral de la ciudad de Vic. El rito consistía en la entrega a los peregrinos por parte del obispo del bordón y la escarcela después de darles la bendición: Surgentes a terra imponat eis episcopus sive presbyter sportas et det baculum [El obispo o un sacerdote impone la escarcela a los peregrinos y les da el bordón]. Este mismo rito está recogido en los ceremoniales de Roda y Lleida, también del siglo XI, o en el de Tortosa, en Tarragona, del XIV. También es citado en el Códice Calixtino referido a otros lugares: “En nombre de nuestro Señor Jesucristo, recibe este morral hábito de tu peregrinación, para que castigado y enmendado te apresures en llegar a los pies de Santiago, a donde ansías llegar, y para que después de haber hecho el viaje vuelvas a nuestro lado con gozo, con la ayuda de Dios, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén […]. Recibe este báculo, que sea como sustento de la marcha y del trabajo, para el camino de tu peregrinación, para que puedas vencer las catervas del enemigo y llegar seguro a los pies de Santiago, y después de hecho el viaje, volver junto a nosotros con alegría, con la anuencia del mismo Dios, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.”
Arnau, Pedro y los romeus//// En 1172 iniciaba su viaje a Santiago de Compostela desde el monasterio de Santa María de Ripoll, pasando por Montserrat, Lleida, Zaragoza y Logroño, el monje Arnau del Mont, que quedó fascinado por el Códice Calixtino y copió íntegros sus libros segundo, tercero y cuarto, y parte del primero y el quinto en un manuscrito que ahora se conserva en el Archivo de la Corona de Aragón, en Barcelona.
Uno de los reyes más hospitalarios con los peregrinos a Santiago que transitaban por el Camí de Sant Jaume fue, sin duda, Pedro IV (1336-1387). La distribución de la almoina, limosna en catalán, del rey estaba coordinada por fray Guillem Daudé, monje del monasterio de Poblet, y era repartida entre los peregrinos a las tres ciudades santas de Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela.
Por otra parte, durante toda la época de la Baja Edad Media, los denominados romeus de Sant Jaume procedentes de Cataluña y Aragón, así como los provenientes de Grecia, Italia o de las islas de Baleares, de Sicilia, Córcega, Cerdeña o de Chipre, que por el mar Mediterráneo llegaban al puerto de Barcelona, recibían los oportunos salvoconductos que les permitían recorrer su Camino de peregrinación hasta el sepulcro apostólico de Santiago de Compostela con más tranquilidad por estas tierras.
Aunque la devoción por el apóstol Santiago en Cataluña no disminuyó, a partir del siglo XVI sí lo hicieron las peregrinaciones, al igual que ocurrió en los demás caminos de Santiago. Sin embargo, hubo al menos un peregrino ilustre, Cosme III de Medicis, que, en 1669, entró en la Península Ibérica por Barcelona, pasó por Montserrat y Lleida y desde allí se dirigió a Zaragoza siguiendo la senda del Ebro, aunque luego dio algunos rodeos para conocer la península y llegó a Compostela a través del Camino Portugués.
Desde los años finales del siglo XX se viene notando un creciente interés por recuperar el Camí de Sant Jaume, que ofrece a los peregrinos, además de su interés espiritual y religioso, un rico patrimonio artístico, cultural y natural.
El Camí de Sant Jaume sale de Barcelona, cuya catedral acoge las capillas de Nuestra Señora del Pilar, que recuerda la aparición de la Virgen ante Santiago a orillas del Ebro; la de San Roque, con una advocación como protector de peregrinos o enfermos está muy extendida en iglesias y hospitales en los distintos caminos de Santiago; la de San Benito, cuya orden acogía a los peregrinos, en donde se representa la escena de la Transfiguración de Cristo ante sus discípulos predilectos, Santiago, Juan y Pedro, en el monte Tabor, o la de Santa María Magdalena, cuya iglesia mandaba el Códice Calixtino visitar en Vézelay. Por otra parte, una de las principales plazas de la ciudad, donde se ubican el Palau de la Generalitat de Catalunya y la Casa de la Ciudad, sede del Ayuntamiento, recibe el nombre de Sant Jaume, porque allí estuvo, hasta el siglo XIX, el templo dedicado a Santiago. La actual iglesia de este santo fue la antigua de la Trinidad y acoge en el tímpano del pórtico la imagen de Santiago matamoros.
En todo caso, muchos de los peregrinos de este Camino partían desde el monasterio de Montserrat. Desde principios del siglo IX, la ermita de Santa María de Montserrat se convirtió en un importante centro de peregrinos. Cuenta la leyenda que, en el año 880, unos niños encontraron una talla de la Virgen en una de las cuevas de Montserrat. Por orden del obispo iba a ser trasladada a Manresa, pero las dificultades de la operación acabaron por convencer al prelado de que el deseo de la Virgen era permanecer en Montserrat, por lo que se levantó una ermita para acogerla en el lugar donde fue encontrada. La fama de milagrosa de la Virgen se fue extendiendo y cada vez eran más los que acudían al santuario para venerarla. También de allí partían peregrinos hasta la ciudad de Santiago, a donde llevaban la noticia de los milagros obrados por mediación de la Virgen y propagaban su devoción desde Compostela a todo el orbe cristiano.
En el siglo XI, se instaló en las inmediaciones del santuario un monasterio de monjes benedictinos que se encargaron de dar albergue y atención a los muchos peregrinos que llegaban a Montserrat. La talla románica del siglo XII que hoy se venera tiene su rostro oscuro, por lo que la Virgen de Montserrat es conocida también con el nombre de la Moreneta. El papa León XIII la proclamó el 13 de septiembre de 1844 patrona de Cataluña.
Siguiendo el antiguo Camino Real, que unía las ciudades de Barcelona y Lleida, hay que pasar por Igualada y su iglesia de Santa María, que acoge las imágenes de San Roque y San Cristóbal, relacionados con las peregrinaciones a Compostela. En la calle de Sant Jaume se dispone una mayólica con la imagen de Santiago peregrino. La ermita de Sant Jaume de Sesoliveres es una buena muestra del románico del siglo XI, ya que según la tradición, allí se detuvo Santiago a descansar cuando vino a predicar por estas tierras. El nombre de Santa María del Camí alude también al paso de los romeros por el lugar, donde visitaban su iglesia románica.
De su paso por Hostalets dejó constancia Domenico Laffi en su Viaggio in Ponente a san Giacomo di Galitia e Finisterrae. Desde allí se llega a la amurallada Cervera, en cuyas tierras se instaló la Orden del Temple en el siglo XII, para proteger a los peregrinos que transitaban por estos lugares y proporcionarles seguridad y asistencia hospitalaria y espiritual.
En Tárrega se bifurcan dos sendas, la que a través de Lleida enlaza en Quinto de Ebro con el Camino del Ebro y luego se une al Francés en Logroño, y la que, por Monzón y Huesca, se dirige a Jaca. Estos dos itinerarios se unirán de nuevo en Logroño.
Desde Tárrega, por Mollerusa, los peregrinos llegan a Lleida, una de las ciudades más importantes del Camino a su paso por Cataluña. En el siglo XII, el Cabildo de la catedral creó en la Pia Almoina un comedor para peregrinos, en cuyo refectorio se realizaron unas pinturas murales de principios del XIV, al fresco, donde se representa la escena de unos caminantes ataviados con bordones y sombreros adornados con conchas de vieiras que aparecen comiendo. Por otra parte, también estuvo asentada, en el castillo del Gardeny de la ciudad, la Orden del Temple, que tenía la misión de proteger de los peligros de los caminos y proporcionar asilo y hospitalidad. La atención a los peregrinos a Santiago siguió siendo una práctica habitual en la ciudad, como lo demuestra la existencia en el siglo XV de siete hospitales a cuya caridad podían acogerse. Como prueba de su devoción jacobea, el Cabildo compostelano concedió a la catedral de Lleida, en 1755, una reliquia de Santiago, según se recoge en el Libro de Actas Capitulares (1750-1756).
Una leyenda cuenta que, cuando Santiago predicaba en Lleida el mensaje de Cristo, se clavó en el camino una espina en su pie. Como era de noche y no tenía suficiente luz, no podía extraer la espina que tanto dolor le causaba y le impedía andar en busca de ayuda. Entonces se le apareció un ángel con un farolillo encendido y el Apóstol pudo sacársela y aliviar su sufrimiento. Los niños de Lleida salen en procesión cada 24 de julio con sus farolillos para recordar este milagro. Además, en la antigua capilla dedicada a Santiago se representaban las escenas de la condena por Herodes al martirio, la decapitación y la translación de su cuerpo muerto desde Jerusalén hasta Galicia.
En Alcarrás, el Camí de Sant Jaume abandona Cataluña y se dirige a Fraga, en la provincia de Huesca. Parece que Fraga acogió en el siglo XIII a los caballeros de la Orden del Temple. En Quinto de Ebro se unen el Camino de Sant Jaume que se desvía por Lleida y el Camino del Ebro y desde allí viajan juntos a Logroño, ya en el Camino Francés.
Otros peregrinos, desde Tárrega, seguían el trazado de la vieja calzada romana que unía las ciudades de Lleida y Huesca. En Balaguer se establecieron en el siglo XIV los frailes dominicos que, siguiendo el ejemplo marcado por su fundador, Santo Domingo de la Calzada, acogieron a lo largo de su historia a los peregrinos. En Alafarrás, el Camino abandona Cataluña y entra por Albelda en la provincia de Huesca, donde hay una ermita dedicada a San Roque, representado por la iconografía con vestido y sombrero de peregrino.
El castillo de Monzón fue entregado por Sancho III de Aragón, en 1143, a los caballeros de la Orden del Temple, auténticos guardianes del Camino de Santiago. Berbegal fue también sede de una fortificación templaria en el siglo XI, que posteriormente fue utilizada como hospital de peregrinos. Hoy todavía se conserva un arco de este viejo hospital.
La catedral de Huesca está bajo la advocación de la Transfiguración del Señor, cuya escena presenciaron en el monte Tabor los discípulos predilectos de Cristo, Pedro, Santiago el Mayor y su hermano Juan el Evangelista.
Desde Huesca, los peregrinos se dirigen a Loarre y desde allí a los monasterios de San Juan de la Peña y Santa Cruz de la Serós. En Jaca se unen a los peregrinos del Camino Francés, también denominado en esta zona Camino Aragonés.
La ciudad de Barcelona acumula un patrimonio artístico impresionante que abarca desde la románica iglesia de San Pau del Camp, pasando por magníficos exponentes del gótico catalán, como la catedral de Santa Eulalia, hasta auténticas joyas del modernismo, como la Sagrada Familia o la Pedrera. Bajo la advocación de Santiago está la actual iglesia gótica de Sant Jaume, que desde el siglo XIX pasó a llamarse así sustituyendo a la antigua advocación de la Santísima Trinidad.
El monasterio de Montserrat, desde donde parten hacia Santiago peregrinos, está situado en un enclave natural privilegiado. Tras varios incendios sufridos en el siglo XIX y la exclaustración, con la desamortización de Mendizábal, en 1844 se restableció la vida monástica y se restauró casi por completo el monasterio. El claustro gótico del siglo XV es uno de los pocos espacios que se conservaron. Hoy el conjunto monástico está formado por la basílica, las dependencias monacales y los edificios que sirven de acogida a los peregrinos y visitantes.
La iglesia de Santa María, que combina elementos del gótico, del renacimiento y del barroco, y el edificio renacentista que sirve de sede al Ayuntamiento son los conjuntos arquitectónicos más destacados de Igualada. A la salida de la ciudad se encuentra la ermita románica de Sant Jaume de Sesoliveres.
La iglesia de Santa María de Cervera es un buen exponente del gótico catalán, con su impresionante torre campanario. El camino se bifurca en Tárrega, donde la sede del Ayuntamiento y el palacio de los Marqueses de la Floresta son dos buenas muestras de la arquitectura civil y la iglesia de Santa María de l’Alba y el crucero gótico con la imagen de San Miguel, de la religiosa.
Hasta Lleida conduce una de las bifurcaciones de Camí de Sant Jaume. El castillo templario de Gardeny, del siglo XII, fue reformado entre los siglos XVII y XVIII; los restos del edificio actual son sede de un centro de interpretación de la Orden del Temple. El viejo castillo mudéjar de la Zuda está situado junto a la Seu Vella y comparte protagonismo, en lo tocante a la arquitectura civil, con el palacio románico de la Paeria, actual Casa Consistorial de Lleida. También románicas son las iglesias de San Martín y San Lorenzo. La Seu Vella comenzó a construirse según los cánones del románico, aunque incorporó también abundantes elementos del gótico, mientras que la catedral nueva, dedicada a la Asunción de Nuestra Señora, siguió en su construcción criterios barrocos.
La iglesia gótica de San Pedro de Fraga conserva en su portada unos valiosos capiteles románicos. Por otra parte, su castillo recién rehabilitado, el palacio de Montcada, donde dicen que se alojó Felipe IV, o la torre almenada de los frailes son los ejemplos principales de arquitectura civil en Fraga. Desde aquí, el Camí de Sant Jaume se dirige a Quinto de Ebro y atraviesa luego por Zaragoza, Tudela, Calahorra y Logroño, donde los dos caminos catalanes se vuelven a unir, como ya hemos dicho.
La otra ruta que partía de Tárrega iba hasta Balaguer, donde se levanta sobre la colina que domina la ciudad la iglesia gótica de Santa María. Ya en la urbe está emplazado el convento de Sant Doménech, que conserva un claustro gótico de buena calidad. Después de visitar los restos del castillo, que llegó a ser residencia de los condes de Urgel, se abandona la ciudad por la vieja muralla medieval. En Tamarite de Litera, la iglesia de Santa María la Mayor es una muestra más de la presencia del románico en las rutas jacobeas.
Monzón, cuyo castillo muestra la huella de los templarios en la ciudad, tiene también una iglesia gótica levantada por la Orden de San Juan de Jerusalén, asimismo fundamental en la acogida a los peregrinos. El convento y la iglesia de San Francisco son testigos de una orden que desde la supuesta peregrinación del Santo de Asís a Compostela formó parte también de la red hospitalaria de los Caminos de Santiago. La catedral románica de Santa María del Romeral de Monzón incorporó posteriormente elementos del gótico y del barroco.
Tres muestras más del románico en esta ruta son la iglesia de Santa María del Berbegal y, ya en Huesca, la de San Pedro el Viejo, donde están enterrados Alfonso I el Batallador y Ramiro II el Monje, y el convento de San Miguel. La catedral gótica, levantada en el siglo XIII sobre una antigua mezquita, incorporó más tarde elementos barrocos. Otros ejemplos importantes del gótico aragonés son la colegiata de Santa María la Mayor de Bolea y la iglesia de San Esteban de Loarre.
Poco antes de llegar a Jaca se encuentran los monasterios de San Juan de la Peña y de Santa Cruz de la Serós.
El Camí de Sant Jaume, sobre todo el que pasa por Lleida, continúa en el siglo XXI el impulso que ya había empezado a tomar en los años finales de la centuria anterior. La riqueza de su patrimonio artístico, natural y cultural llevó a muchos peregrinos a recuperar estas rutas de espiritualidad e incorporó además en los últimos años a caminantes que no están movidos por su significado religioso, sino que vienen a Compostela, recorriendo esta ruta que parte de tierras catalanas, para disfrutar de su paisaje, su gastronomía, su patrimonio, del intercambio de culturas o simplemente en busca de una huída del estrés que suponen el trabajo y la rutina cotidianos. La Generalitat de Cataluña, el Gobierno catalán, está realizando una contrastada labor de estudio y promoción de este histórico camino. [JS]